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Casa Palacio de Espartero en Logroño
 

Biblioteca de Espartero ( UNO )

Se ha insistido reiterativamente sobre la incultura de Espartero sin alegar excesivas pruebas para demostrarlo. La mayoría de los que han escrito de ello recurren y se apoyan en el tópico de su mala ortografía. Yo no me atrevería a mantener taxativamente tal afirmación y menos con tan escasas argumentaciones.

Lo demostrado, sin embargo, es que los Duques de la Victoria tienen en su Casa-Palacio de Logroño una "buena" biblioteca en relación con aquellos tiempos y sobre todo con el raquítico contexto cultural en que se movía la ciudad. He repasado muchos Protocolos e Inventarios de Bienes de logroñeses y riojanos coetáneos y no he encontrado ninguna biblioteca -ni de lejos- similar. Pero incluso las de los centros oficiales de la cultura de esos años en la ciudad, como la del Instituto de Bachillerato de ¡Primera Clase!, no alcanzaron ni su cantidad ni mucho menos su calidad.

Plano segunda planta. Aposentos de Espartero

A la muerte de la Señora, en junio de 1878, o sea medio año antes de la de Espartero, se inventariaron en la Casa-Palacio de los Príncipes de Vergara aproximadamente unos ochocientos volúmenes. Prácticamente todos se encontraban en las estanterías del "Cuarto o Salón de la Biblioteca", también llamado "Gabinete a Mediodía", ubicado en el ángulo suroeste del "segundo piso", último de la casa, junto al dormitorio del Príncipe. Este salón de la Biblioteca reunía unas buenas condiciones físicas. Se calentaba con una chimenea de mármol sobre la que colgaba un espejo y se iluminaba con un balcón acortinado que daba al mediodía del jardín. Su mobiliario era austero, pero suficiente. Un sofá y cuatro butacas de nogal en tapicería verde; un velador grande de nogal y una banqueta; una mesa de pino con su tapete verde y con un cajón donde se encontraron guardados algunos de los regalos hechos al Príncipe; nueve sillas tapizadas del mismo color; y finalmente una librería con cajoneras bajas en las que se amontonaban las armas, los uniformes, la famosa "montura para caballo" con "caparazón de piel de tigre con la cabeza", todas la cruces recibidas a lo largo de su carrera, y sobre las cajoneras, seis estanterías con la mayoría de los libros que examinaremos. El único adorno en todo este Gabinete es ""un santo Cristo de metal pintado" colgado en la pared. Como vemos los libros se encontraban en la Casa junto a lo más íntimo y apreciado del General. Todo un síntoma, aunque para algunos pudiera suscitar interpretaciones psicologistas.

Los libros fueron inventariados por el Notario tal y como estaban colocados en los seis estantes citados. Se contabilizaron en el primer estante 174 volúmenes; y 121, 96, 131, 135 y 54 en los restantes estantes respectivos siguientes. Y "fuera de los estantes había 25"; otros 49 sobre la mesa redonda del mismo salón y "una porción" -sin concretar- de libros pequeños y Guías "entre los armarios". Desgraciadamente el inventario notarial de la colección de libros deja mucho que desear. Se ocupa más, e incluso esto también de manera vaga, de los aspectos externos -pequeños o grandes-; la encuadernación -en rústica o en pasta-; algunos aspectos periféricos superfluos, como por ejemplo, "pasta de seda con dorados", "de pergamino", que de los contenidos. Pero lo más desesperante es que aproximadamente un tercio de los volúmenes -más o menos 250- son inidentificables, pues el escribano los recoge bajo fórmulas vacías tales, como "distintos tratados", "libro viejo", "libros de pergamino", "de distintos contenidos". Los dos tercios restantes seriados, en total algo más de medio millar, tampoco están inventariados con corrección. Los apuntes se limitan casi en exclusiva a señalar los títulos, y no de manera completa, y en algunos casos, muy pocos, únicamente al autor. Casi nunca se asocian ambos, o sea, el título y el autor. Esta ignorancia o impericia biblioteconómica dificulta su estudio, aunque no por ello resulta imposible. Existen recursos suficientes para poder lograr la identificación, por lo menos, de una gran mayoría.

Lo deseado y correcto hubiera sido poder trabajar hoy directamente con los volúmenes que estaban en la biblioteca de la Casa Palacio. Pero las vicisitudes testamentarias fragmentaron la bibloteca entre las dos herederas principales de los Príncipes. Una "tercera parte de la librería" se adjudicó como regalo a la heredera de Espartero, su sobrina, y el resto a la hermanastra de la Princesa. Pese a mi insistente búsqueda para dar con estos fondos, no he alcanzado ningún resultado positivo. Así que he tenido que trabajar únicamente con el material identificable legado por el Notario logroñés. Lo que no me ha resultado nada fácil.

En primer lugar necesitaba establecer un criterio para fundamentar algún tipo de clasificación, y en segundo, aún más complicado, encuadrar todos los libros en el elegido. Después de "romperme la cabeza" ensayando distintas propuestas (por temas, por aficiones personales del Duque, por "géneros literarios", o por la simple topografía de las estanterías) me he decidido, no sé si con acierto, por hacer únicamente tres grandes grupos: los libros relacionados con su profesión de militar, los de tipo histórico-político y los restantes. La solución adoptada parece muy elemental, pero creo que no es así por distintas razones. Sobre todo, por que nos encontramos, lo cual era excesivamente frecuente en la época, con una Biblioteca de tipo utilitario en donde los tradicionales géneros literarios se ven acompañados, e incluso superados, de otras, digamos, formas de "literatura menor", como almanaques, albumes, "cartas", calendarios, adaptaciones de obras, glorificaciones de hechos, manifiestos, proclamas, discursos, artículos y folletines de prensa, informes, anuarios, memorias,...

Esta primera decisión no agotaba los problemas. Tenía que elaborar, aunque fuera mínima, alguna catalogación de los títulos para poder entenderme/nos al trabajar con éllos. Y opté simplemente por enumerar todos los apuntes de la escribanía correlativamente siguiendo el orden de las estanterías, con lo que, por lo menos, al final lograba globalizar los volúmenes. Así que cuando se dice en el Acta de Inventario "tres idem idem de las maniobras del ejército, en rústica", los cuantifico como tres libros.

Finalmente restaba aún el trabajo más dificultoso: la identificación de los autores cuando el Notario sólo recoge el título del libro, y la misma de los títulos, cuando sucede lo contrario. ¡Casi nada!. Para ello me he servido prioritariamente de los repertorios bibliográficos existentes, y de las bibliografías recogidas en los estudios de todo tipo que se refieren al período histórico al que pertenece Espartero. Y después del dilatado proceso citado, los resultados conseguidos se muestran en el resto del presente apartado.

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