 
  
 Publicación sobre Martín Zurbano. Recomendamos lectura.
AUTORES: Marcelino Izquierdo y
Pablo Sáez
Datos biográficos
Martín Zurbano nació el 29 de febrero de 1788 en Varea, Barrio de Logroño. Comenzó su carrera militar en la Guerra de la Independencia luchando al lado de futuros generales, entre ellos Espoz y Mina. En el Trienio Liberal se alistó en la Milicia Nacional y luchó contra los absolutistas y durante la Primera Guerra Carlista se convirtió en uno de los principales militares cristinos, ascendiendo hasta Mariscal de Campo (General).
        A partir de 1840 se unió al Esparterismo, cuando éste era 
        Regente del Reino, quien lo nombró Comandante General de Vizcaya 
        y también participó en el bombardeo de Barcelona en 1843. 
        Cuando Espartero partió para el exilio inglés, lo hizo también 
        Zurbano, pero refugiándose en Portugal, no sin antes enfrentarse 
        a las tropas antiesparteristas.
 Se le concedió el indulto, y otra 
        vez en España se pronunció con algo menos de un centenar 
        de voluntarios cerca de Nájera ("el Grito de Nájera") 
        proclamando la Constitución de 1837 y pidiendo el retorno de Espartero. 
        Derrotado por el ejército gubernamental, estando de Presidente 
        del Consejo de Ministros Narváez, fue fusilado el 21 de enero de 
        1845 en Logroño, delante de sus paisanos. 
Desde entonces se convirtió 
        en uno de los "mártires de la Libertad Española".
Zurbano guerrillero

      "En 
        el año 1833 se forma, dentro del campo liberal la "Compañía 
        de Tiradores de Alava", que se une a la "Partida de Contra aduaneros", 
        que mandaba Martín Zurbano y que se llegó a conocer como 
        "Partida de la Muerte", que con el paso de los tiempos y ya 
        en 1836 pasa a conocerse como "Batallón de Voluntarios de 
        la Rioja Alavesa", que es disuelto en 1840".
 (Historial del 
        Regimiento Alava nº 22).
"Caliente aún 
  la sangre de tus hijos,
  vertida sin piedad por la venganza,
  miraste al Cielo con los ojos fijos.
  Empero el Cielo, acaso inexorable
  con los autores de tu más profundo,
  permitió allá en su juicio inexcrutable,
  que otro sacrificio presenciara el mundo.
Y allí do perecieron tus amores,
sereno levantado la cabeza,
  "No he de morir cual mueren los traidores",
  exclamar te se oyó con entereza;
  Por Isabel y por la patria muero;
  vosotros a inmorlarme destinados,
  haced lo mismo ... ¡Fuego!
Firme espero,
  aquí, en el corazón ... ¡fuego, soldados!!! ...
  Soldados, aguardad ... ¡indulto, indulto!
  ¿Para quién? ... ¡Es ya tarde! ... Estaba escrita
  su sentencia ... El perdón es un insulto,
pues su cadáver, ¡ay! no resucita"







