Desde el mismo verano de 1808, se formaron, al igual que en el resto del país, distintos núcleos de resistencia a las tropas francesas -partidas de guerrillas- en las zonas más incomunicadas y alejadas de las ribereñas con el Ebro. Aunque conocemos muy pocos detalles de estos núcleos, sí podemos afirmar que lucharon sin conexiones, sin orden y hasta incomodándose unos a otros, y, sobre todo, a los naturales y residentes. Este desconocimiento casi absoluto, sin embargo, no nos impide avanzar en el tema que nos ocupa. Lo que nos interesa es que la resistencia riojana "al invasor francés" fue desde el principio, "desde el día feliz de nuestra sagrada revolución", en expresión de la Junta General de Santa Coloma, mucho más lejos del contexto bélico en el que se movió. Detrás, y no tan en el fondo, se escondió siempre una conciencia "autonomista provincialista" solapada bajo las excusas militaristas.