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LA RIOJA CONTEMPORÁNEA : P.V.P 14.99 €

Juan Ramón Ruiz de Pazuengos
Corregidor de Logroño "afrancesado"

Panorámica de Calahorra: 1854

Panorámica de Logroño
Entrada a la ciudad desde el norte

El Alcalde franquista Trevijano y las Actas de 1809
Está muy claro, y en letras mayúsculas de tipos con tan amplios puntos como para ocupar hasta tres líneas. “Sello Qvarto. Qvarenta maravedís. Año de mil ochocientos y nueve”, y a la izquierda de estas palabras hay un sello con escudo abrazado por esta inscripción: “Rey de España y de L.(as) Ind.(ias). José Nap.(oleón) I P. L. G. (por la gracia) de Dios”. El Alcalde Trevijano, o aquel “asesor” o “asesores” que le inspiraron, a la fuerza, tuvo o tuvieron que leer todo esto, y si no eran unos necios –tomen el término en el sentido etimológico- debió o debieron darse cuenta que el folio del Acta estaba redactado por el Ayuntamiento de Logroño dominado y controlado (1808 a 1813) por las tropas y las autoridades francesas, es decir, por aquellos, que en el franquismo seguían siendo tachados de “impíos franceses”. Esto es lo escrito en el resto del folio del Acta encabezado por la citada inscripción y sello y que leyó el Alcalde en el mercado de la Avenida de La Paz de Logroño:.

“Por el Sr. Corregidor se expuso le parecía podría ser muy útil y ventajoso para la conservación de la salud pública el que en las inmediaciones del muro tomando parte de las heredades que parecen corresponden al Seminario y sitio en que ponen la leña los olleros se hiciese a imitación de otros Pueblos un Espolón para que sirviese de paseo y recreo de las gentes formales y distraerse de otros asuntos que puedan ser nocivos y perjudiciales. Y a virtud de la exposición que hizo su Señoría: Se acordó se construya dicho Espolón, delineando y demarcando el sitio el mismo Señor Corregidor con los Señores Capitulares Domingo de Ocio y Mariano Balmaseda con intervención también del Sr. Procurador Sindico General y que así demarcado se resolvería con más instrucción en razón de el modo y forma con que se podría perfeccionar dicho Espolón”.

El Señor Corregidor de Logroño y su comarca era nuestro personaje Don Juan Ramón Ruiz de Pazuengos. No se trataba de ningún “patriota” de entonces, sino de un entusiasta afrancesado, o si se quiere, de un josefino destacado. La iniciativa del Corregidor Pazuengos en Logroño imitaba a lo que se venía haciendo en el resto de la España de “El Plazuelas”, otro de los muchos apodos o motes añadidos al nombre del Rey José Napoleón I. Se apoyaba la propuesta en la teoría higienista o de “la conservación de la salud pública” en una ciudad constreñida por las murallas y con una red urbana dominada por las angosturas y estrecheces y por la falta de los saneamientos públicos más elementales. La delineación y demarcación del espacio para un “Espolón”, hecha por nuestro Corregidor y algunos de sus Capitulares pro napoleónicos en la Guerra de la Independencia, año 1809, siguió adelante, y después guió la expansión de la ciudad hacia el sur cuando se demolieron las murallas –o “la cerca”, como también las llamaron-, y en el franquismo, y hoy, fue y sigue siendo la plaza principal de la capital de la actual Comunidad Autónoma de La Rioja.

Este proyecto urbanístico logroñés, por el que se premia a Don Juan Ramón en el franquismo dando su nombre a un Mercado, ni agota su curriculum vitae político y administrativo y ni siquiera es el más notable.
Pazuengos, "El Espolón" y el franquismo
Hay en la “Avenida de la Paz” de la ciudad de Logroño, en frente de la  Plaza del Ayuntamiento diseñado por Rafael Moneo, un espacio de servicios que en el dintel de sus puertas se lee: Mercado del Corregidor. Hoy ocupa las bajeras de un bloque de viviendas, pero cuando se inauguró en los tiempos del franquismo era un edificio exento levantado en el solar conocido entonces como “El Refugio” en memoria de los años de la Guerra Civil de 1936. El periódico local, Nueva Rioja, informó de su acto inaugural y por ella sabemos que el mercado fue bautizado, por el obispo de Calahorra y La Calzada Abilio del Campo, con un nombre propio, “Mercado del Corregidor Juan Ramón Ruiz de Pazuengos”, precisamente el personaje que tratamos en esta página. Hoy sigue llamándose así, aunque el genérico rótulo actual sobre las puertas esconde en el anonimato a nuestro hombre.

Sobre este “evento” inaugural, cortísimo en significado histórico, hay muchos datos curiosos, sorprendentes y paradójicos. El primero, y el que más animó mi curiosidad histórica, fue la fecha del 10 de mayo de 1809, citada en la crónica. ¿Era algún protagonista destacado de la Guerra de la Independencia, y en consonancia con la ideología dominante en el franquismo, “un ferviente patriota” de esos días de ocupación y de guerra? Fernando Trevijano, (uno de los herederos del “emporio conservero riojano” que en las primeras décadas del siglo XX sus propietarios y socios fueron miembros de la Conjunción republicano-socialista), ahora era Alcalde franquista, y leía parte del Acta de una sesión del Ayuntamiento de Logroño (10-V-1809) para justificar la razón del homenaje. Aducía Trevijano que el Corregidor Juan Ramón Ruiz de Pazuengos “tuvo la certera visión de crear e impulsar nuestro Paseo del Espolón, orgullo de todos los logroñeses y lugar por donde han discurrido tantas generaciones; es curioso conocer (seguía diciendo el Alcalde Trevijano), y por ello voy a dar lectura de la parte del acta donde está consignado el acuerdo”. Aparte de la lectura del párrafo del Acta no se dijo nada más –ni nadie se lo preguntó- de quién era el homenajeado Don Juan Ramón Ruiz de Pazuengos, y, por cierto, hasta casi se quedan sin día para el bautizo, pues aprovecharon el lunes 29 añadido a febrero del año bisiesto de 1960. Estos son los datos que están en la hemeroteca.



Diccionario Real Academia
Exilio
Pazuengos en Burdeos
Ruiz de Pazuengos es de los primeros que sale huyendo de Logroño cuando se derrumba la ocupación francesa. Parte para Francia, y, por lo que sabemos, para iniciar un “exilio dorado” en contacto con conocidas, destacadas y hasta egregias figuras españolas del tiempo del bonapartismo. Los estudiosos de algunos de los exiliados afrancesados españoles más afamados nos lo sitúan asentado, y muy activo, en Burdeos. Esto es lo que se dice de él en Manojo de Noticias. La suerte de Goya en Francia, cuando se escribe sobre el círculo de españoles que se relacionan con nuestro gran pintor:

D. Juan Ramón Ruiz Pazuengos. De Laguardia (Álava). Intendente de Logroño y Soria, con José; rico también. Casa sucesivamente a dos de sus hijas con Antonio María Esquivel, marqués de Legarda (que está con su madre la marquesa), a otra con José de Azanza. En una casa de campo que posee próxima a Burdeos va Moratín a descansar algunas temporadas. Pasa por liberal exaltado para la policía y según ella cuando va a París es para sumirse en la crápula. (La índole del oficio -de policía- exige un vocabulario tremendo)”.

La mini crónica de ecos sociales sobre nuestro personaje, que resume Manuel Núñez Arenas, autor del párrafo anterior, mezcla dos épocas distintas: la del “exilio primero”, al poco de terminar la guerra, y la de los años del Trienio Liberal y de la “ominosa década” posterior. Efectivamente Pazuengos posee “una hacienda… en Saint-Bris a tres cuartos de legua de Burdeos” (la casa de campo del entrecomillado anterior) por la que pasaron o estuvieron instalados distintos personajes que salieron hacia el exilio cuando terminó la segunda francesada. Se nombran a la Condesa de Berberana (Manuela Zapata), a Martín Miguel de Goicoechea, a Juan Bautista Muguiro, a Manuel Silvela y García de Aragón, a la Condesa de Legarda (Dña. María Dolores Sáenz de Navarrete) y a otros con títulos de nobleza, y también a Leandro Fernández de Moratín y al propio Francisco Goya. El círculo de contactos fue más amplio y entre ellos estuvo también el político y militar Miguel José Azanza, ex Ministro Carlos IV y de José Bonaparte I, con el que colaboró asiduamente en los años bonapartistas después de presidir la Asamblea de Bayona.

En estos años posbélicos (segundo lustro del XIX) se anudaron alianzas sociales y económicas entre los adultos o “mayores” exiliados, mientras que sus jóvenes herederos estrecharon lazos afectivos, que en el Trienio liberal terminaron en “contratos matrimoniales y esponsales”. Esto es lo que sucedió con las tres hijas de la familia Ruiz de Pazuengos y Martín Lafuente. Su hija mayor, María Anselma, se unía en la Villa de Bilbao con Antonio María Esquivel, Marqués de Legarda, el 12 de marzo de 1821 y cuando ésta muere le sucede en el enlace Prisca, la hermana menor de la difunta. El enlace matrimonial de la hija mayor fue protocolizado ante  notario con unas cláusulas económicas muy favorables para el marqués. Estas son algunas.

“Rico también”, resume Manuel Núñez Arenas en su nota sobre las amistades de Goya en Francia, sobre el estatus económico de Ruiz de Pazuengos.

La memoria histórica, por otra parte, le sitúa también como pionero en otras áreas de la región. Concreto alguna.

En los años previos al boom de los viñedos riojanos decimonónicos se escribe de él, en la revista madrileña Escenas contemporánea: (1862) esto: “Tiempo es de despertar del letargo, siguiendo el impulso que a principios del siglo empezaron a dar a la industria vitícola de la Rioja hombres como Pazuengos, el difunto marqués del Puerto, y otros, impulso que después han repetido el Duque de la Victoria, el conde de Salazar, los señores Cardenal Ruiz, etc.…”.

Aquí está, el primero, el nombre del personaje del que escribo en este apartado. Se recuerda a Pazuengos como uno de los pocos pioneros de “la industria vitícola de La Rioja” de principios del ochocientos o de estos años por los que transcurre nuestro relato como después ampliaré el porqué.

¿Sabría algo de esto el Alcalde franquista Trevijano al hacerle un homenaje público? Si contestamos que no, ¿quién fue “el asesor que coló tal gol” a un Ayuntamiento franquista? No lo sé, ni tampoco me importa demasiado, pues lo importante es relatar la historia de este alavés de Laguardia, protagonista "afrancesado de La Rioja en los años de la guerra contra Napoleón.

1. JUNTA EN VILLANUEVA DE CAMEROS
2. JUNTA DE SANTA COLOMA




¿Quién fue este personaje homenajeado en el franquismo poniendo su nombre a un mercado logroñés? Don Juan Ramón Ruiz de Pazuengos fue, según ya dejó dicho en 1806 el canónigo Juan Antonio Llorente, un “sujeto de instrucción y talento”, y añado yo, fue, además, un señalado “pionero” en muchas áreas. Es pionero en el campo de lo que se empezaba a llamar entonces la “higiene de la ciudad abierta”; también lo es en el largo proceso del “provincialismo riojano”; y más aún, y de mayor calado histórico y económico, lo fue de la “industria vinícola de La Rioja;”. Pero además presenta variados aspectos vitales, en distintos períodos históricos, marcados por la originalidad y la singularidad que van más allá del área territorial de la Merindad de Laguardia, en La Rioja alavesa, donde tenía su vecindad, y de las actividades político-administrativas vividas en “el país” que me ocupo en este relato.
Pazuengos antes de la guerra napoleónica

Antes de llegar la Guerra de la Independencia y de ser Corregidor de Logroño y su comarca en el Gobierno del Rey José Bonaparte I ya venía participando en la política asiduamente. Sólo referiré un caso, como ejemplo, pues no es este el motivo central de incluir al personaje en este ensayo. En el año 1802, había sido protagonista destacado en las Juntas Generales de Santa Catalina de la Provincia de Álava, cuando era Procurador General de la Hermandad de Laguardia, al denunciar el ataque a los fueros vascos por la Real Academia de la Historia cuando publicó en este año (1802) un Diccionario geográfico histórico de España. Era el tomo I (el tomo II salió cuarenta años después), estaba impreso en Madrid, y se ocupaba en conjunto del Reino de Navarra, del Señorío de Vizcaya y de las Provincias de Álava y Guipúzcoa. El Procurador Pazuengos leyó una Exposición, que el canónigo Juan Antonio Llorente reproduce con aire burlón y despreciativo, en la introducción de su libro Noticias históricas de las tres provincias vascongadas (Madrid, 1806), Dice así.

“Muy noble y muy leal provincia: en el Diccionario geográfico, dado a luz por los señores académicos de la historia de Madrid, se trata de ilusión, preocupaciones y ceguedad la idea de la independencia y soberanía de V.M., aún antes de su voluntaria entrega al Rey Don Alonso. No necesito manifestar a V.S. lo que le pueden perjudicar tales especies, proferidas por unos autores que afectan la mayor sinceridad e imparcialidad y que en lo demás que hablan de V.S. le hacen la justicia que merece. Cualquiera que reflexione sobre esto, se convencerá que, llegándose a extender sin oposición tales noticas, perderán los fueros de V. S. su más firme baluarte y apoyo y no será difícil calcular el tiempo en que se reputará por efecto de una mera gracia revocable a voluntad lo que V.S. ha mirado siempre con razón como dimanado de un contrato de rigurosa justicia. Para precaver tales inconvenientes pienso que será muy oportuno en que encargue V. S.  a su primer asesor y otros literatos de la provincia la formación de un escrito y respuesta victoriosa a los argumentos de los académicos, y aún poner en práctica lo que estos mismos dicen acostumbra V. S. a hacer cuando se introducen escritos que ofenden sus privilegios. V. S. lo verá y resolverá lo que sea de su mayor agrado.”

Había pasado poco más de un lustro (1894) desde que las tropas revolucionarias francesas de la “Convención” invadieron Navarra y las tres provincias vascongadas sin demasiadas dificultades, lo que desató una campaña de descrédito sobre la endeblez de sus atribuciones militares. En este contexto se publicó (1802) el Diccionario de los académicos de la Historia de Madrid y en este mismo sentido, también, el libro (1806), citado anteriormente, del canónigo, ahora de la Sede Primada de Toledo, Juan Antonio Llorente. Don Juan Ramón Ruiz de Pazuengos leyó las más de cuarenta páginas a dos columnas de la entrada dedicada en el Diccionario al término Álaba (provincia), y en especial, aquellos folios ocupados de lo relativo a “su gobierno civil, político y militar desde su origen hasta nuestros días”. Lo que encontró Pazuengos le llevó a redactar la Exposición alertando de lo que en él estaba escrito. El canónigo Llorente lo recuerda cuatro años después (1806) en el Prólogo de su libro como uno de los “ilusos” que creían en las fabulaciones existentes sobre los fueros vascos. Por aquí andaba ya, nada más de arrancar el XIX, el Corregidor afrancesado de Logroño, que hoy da su nombre a un mercado en esta ciudad y que alimentó variadas polémicas tanto en vida como años después de su muerte.

Pazuengos "josefino". Pionero provincialismo riojano
No fue Ruiz de Pazuengos un protagonista cualquiera durante el convulso primer tercio del XIX. Estuvo siempre en la primera línea del poder político, y más aún económico, e incluso social, de la comarca de La Rioja.

El dato más destacado, y también el de mayores tintes polémicos, de su currículo político, es haber sido “Corregidor de Logroño y su comarca” durante los años de control y dominio de las tropas francesas en la ciudad, Sus propuestas, proyectos y acciones están en el único libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Logroño que nos ha llegado de esos años de guerra (1808-1913), como también en las numerosas notas o papeles desperdigados por los archivos locales de la región, pero me abstengo de enumerarlos, para, como decían entonces, “evitar prolixidades”, ya que haciéndolo tampoco sumaría mucho más a la biografía de Don Juan Ramón. Sólo escribiré de una de sus propuestas íntimamente unidas al tema central del que va este libro, es decir, a su petición de secesión provincialista o lo que es lo mismo, a la reclamación de que todas las tierras riojanas estén reunidas en una entidad administrativa propia y autónoma.

Solo en una de las varias propuestas de división provincial de la Nación proyectadas por los afrancesados josefinos, se había tenido la suficiente sensibilidad política para plantear que La Rioja fuera un Departamento, Intendencia o Provincia autónoma. El coronel valenciano Francisco Amorós, un adelantado de la educación física entre otras cosas, proyectó desde Burgos, por mandato de José Bonaparte I, una reforma territorial basada en las cartografías precedentes (de Vicente Tofiño San Miguel y Tomás López de Vargas), en los consejos de su amigo el canónigo riojano Juan Antonio Llorente y de otros. La propuesta estaba lista a mediados de noviembre de 1808 y el Mapa resultante dividía a España en 38 Departamentos y uno de ellos era el de La Rioja como circunscripción nueva. Justificaba su nacimiento “porque tiene unos límites naturales muy oportunos“, defendiendo, muy en la línea de tantos escritos y exposiciones teóricas de riojanos que se habían ocupado en las décadas precedentes sobre el tema de la descripción territorial de Rioxa. Esta propuesta se quedó en nada, aunque no resultó baldía pues parece que influyó en otras reformas administrativas posteriores. Poco más de un mes después (29 de diciembre de 1808) el Ayuntamiento afrancesado de Logroño acordaba en un escrito, redactado en su Libro de Actas, lo siguiente:

"Habiéndose tratado, de que en la nueva constitución que ha de formarse, ha de haber mudanzas en la Administración de todos los ramos; Creyendo que sea esta la ocasión de lograr que esta Ciudad quede eximida de la sujeción a la Intendencia de Soria, y que por sí sola con todos los pueblos de Rioja forme una Intendencia separada, en lo que conseguiría notables ventajas, se acordó hacer una Representación al Emperador de los franceses solicitando esta gracia, y proponiendo desde luego, para este empleo al actual Señor Corregidor, de quien se tiene la mayor confianza que formara un interés propio en todo cuanto convenga a esta Ciudad".

El Ayuntamiento de Logroño tomaba el acuerdo, reproducido en el párrafo anterior, pocos días antes de cerrarse los primeros siete meses de “la segunda revolución contra los franceses” (29 de diciembre de 1808). Es una fecha muy temprana en relación con el tema del “arreglo de provincias” que empezaba a ocupar, una vez más, la actualidad política-administrativa, tanto en el bando pro josefino o afrancesado, como, poco después, en el “patriota” liberal constituyente. Hasta ahora se había vivido en la comarca de Rioxa un profundo sentido de unidad territorial comarcal que quedó siempre anotado en los escritos de particulares y en las Actas de las numerosas Juntas celebradas bajo la óptica económica fiscal. Pero nunca, que yo sepa, se había solicitado, ni menos desde una institución oficial como un Ayuntamiento, y tan significado como el del Corregimiento de Logroño, la segregación de toda, o de alguna de las partes de su conjunto. Las cabezas (Soria, Burgos y Vitoria), que venían siendo administradoras desde principios del XVIII del territorio considerado como “Provincia de Rioxa”, no habían sentido nunca la presión secesionista de manera tan directa, Aquí, en el Corregimiento de Logroño, como institución política-administrativa oficial, es la primera vez que formalmente “se acordó hacer una Representación al Emperador de los franceses solicitando esta gracia”, o sea, “que esta Ciudad quede eximida de la sujeción a la Intendencia de Soria, y que por sí sola con todos los pueblos de Rioja forme una Intendencia separada”. El Corregidor que estaba al frente de la administración logroñesa era nuestro personaje Juan Ramón Ruiz de Pazuengos, que sin duda estaba al tanto de los proyectos preparados en Burgos por Francisco Amorós y quizás también de las dificultades para llevarse a la práctica. El escrito del Ayuntamiento de Logroño tal vez sea una forma de “presión” al Gobierno josefino en favor de hacer de La Rioja una entidad administrativa propia, lo que convierte también, a nuestro personaje, en un “pionero del provincialismo riojano”.

Un año después de la propuesta de Amorós se encargaba del proyecto de la división territorial de España del Gobierno josefino el matemático José María de Lanz y Zaldivar. Lo presenta para su aprobación al Ministro del Interior en diciembre de 1809 y en sucesivos pasos de información termina en La Gazeta de Madrid en la primavera (4 de mayo) de 1810 en forma de un Decreto dictado por el Rey José I en Sevilla el 17 de abril de 1810. España quedaba dividida en 38 Prefecturas que a su vez se subdividían en Sub Prefecturas. La “Representación al Emperador de los franceses” del Ayuntamiento de Logroño sobre el tema había sido escuchada en parte. La Rioja se liberaba de la supeditación a Soria, pero quedaba administrada íntegramente por la Prefectura de Burgos, con la concesión de dos Sub Prefecturas con cabezas en Calahorra y Logroño. Se había dado un paso adelante en la unidad territorial del global de la comarca pero no se avanzaba nada en la secesión administrativa total. Así estuvo La Rioxa en el plano administrativo español hasta que salieron las tropas francesas de la región en el verano de 1813. Mientras tanto “los patriotas” también se vieron enredados en “el arreglo de Provincias”, y primero opinaron “muchas cosas ocurren al leer este decreto (el del Rey  José I) y por descontado es no solo muy de reparar sino muy de reír la ligereza y temeridad con se dispone”… (Gazeta de la Regencia de España e Indias el 18 de mayo de 1810), y más tarde decidieron llevar a la Constitución de Cádiz el mismo tema, tal como veré más tarde en otros apartados.