Hacía una semana que la escuadra al mando de Topete se había sublevado
en Cádiz cuando se notifica que en La Rioja se dan movimientos
contrarios al gobierno de Isabel II.
Son calificados por el Ministerio
de la Guerra con el apelativo de "partidas" de "cortas proporciones" ocupadas en causar "desperfectos en los telégrafos y el camino
de hierro junto a Calahorra" y también en la zona de Haro.
Parece seguro, sin embargo, que la hostilidad meramente política
contra el gobierno isabelino tuvo sus inicios en días anteriores,
pues un servidor del trono tan fiel como el logroñés
Vicente Fernández-Urrutia,
en estas fechas Gobernador Civil de la provincia, era cesado por
Real Decreto el día 23, y sustituido por el brigadier
Francisco
Garbayo Borres, que reúne el mando de la provincia, como él mismo
dice en una dura proclama de presentación a los riojanos, "en
los dos conceptos, político y militar".
Por la lectura de esta proclama se deduce que el orden y la ley
del último gobierno de la Reina Isabel II -encabezado precisamente
por un General íntimamente unido a La Rioja:
José
Gutiérrez de la Concha- estaban perturbados, y los denominados
por el nuevo Gobernador "agitadores", "cabezas calientes", "soñadores"
y "egoístas", se habían decidido hacía días por
el enfrentamiento directo y armado.
Así sucedía
efectivamente el día 26 de septiembre de 1868 en las zonas angostas
de la Sierra de los Cameros más próximas a la capital, en el lugar
conocido como
"Peña del Cura", en la localidad de Castañares de
las Cuevas, término municipal de Viguera, en el valle del Iregua.
Cuando triunfe el movimiento, y salgan a la luz las noticias del pronunciamiento contra los borbones se conocerá ampliamente la magnitud de los enfrentamientos y quiénes lo protagonizaron en La Rioja.