El partido protagonista, y más destacado, de la política riojana durante los cuarenta años del reinado de Isabel II es, sin duda, el Progresista. No en vano son riojanos de nacimiento, residencia o de adopción tres de los más sobresalientes líderes del mismo a nivel nacional: Baldomero Fernández Espartero, Salustiano Olózaga Almandoz y Práxedes Mateo Sagasta. Son tantos sus seguidores y "amigos ideológicos y de intereses", especialmente en Logroño capital, que se cubren fácilmente todas las tendencias o sensibilidades políticas dentro del mismo.
Como es obvio, el esparterismo fue mayoritario por lo menos hasta los años sesenta, pero los incondicionales de Salustiano Olózaga también fueron muchos durante estos mismos años y no faltaron los seguidores de los progresistas puros, tal como se puso de manifiesto en el movimiento que mandó a D. Baldomero al exilio en 1843. Después, superados los sesenta, las familias progresistas riojanas se asocian, vertebrándose en torno al amplio núcleo familiar rodrigañista-sagastino, empujados por la presión de los nuevos grupos de poder manifestados en el Sexenio y concretados en lo que ha venido en llamarse "el espíritu del 73". Las tres tendencias progresistas se turnan en los escaños del Congreso y el Senado durante todo el siglo XIX representando a la provincia de Logroño.