Las
Golondrinas, que en un principio se tituló Saltimbanquis,
fue escrita en 1913 por Gregorio Martínez Sierra, en colaboración,
según algunos expertos, con su esposa, María de la O Lejárrega
(como todas aquellas obras rebosantes de ternura optimista -a pesar de que aquí
acabe en tragedia-, ternura y optimismo plasmados, en este caso, en el personaje
de Lina), marcaría un hito dentro del teatro de Martínez Sierra,
así como un cambio en su manera de entender este arte. En ella desaparece
su visión sentimental e idealizada de una realidad sin conflictos, cuyo
centro lo ocupan las mujeres, depositarias de la moral cristiana tradicional
o, más exactamente, de lo que suele pasar por tal moral después
de un también tradicional almibaramiento de sus contenidos más
superficiales.
Es Las Golondrinas, la segunda obra musicada por Usandizaga (la primera fue
Mendi-Mendiyan, estrenada en el teatro de los Campos Elíseos de Bilbao
el 21 de mayo de 1910). Fue puesta en escena como zarzuela y, posteriormente,
convertida en ópera por Ramón Usandizaga. Gregorio Martínez
Sierra, después de la elección hecha del compositor, escribe a
éste pidiéndole anotaciones al margen del libreto para determinar
los fragmentos de la comedia que habrán de tener música (...)
Usandizaga lo musicó, pero como la música era preciosa -según
manifestación de María Martínez Sierra- hubo que adaptarle
nuevos versos que escribió Rivas Cherif. Este fragmento corresponde a
la Canción de la primavera. Parece ser que también el Caminar
que canta Puck, fue escrito sobre la música ya compuesta. Todos los demás
cantables los he escrito yo -cuenta la autora- y Usandizaga hizo la música
sobre ellos (...).
La partitura de Las Golondrinas, escrita entre septiembre y diciembre de 1913,
tenía destino de estreno ya antes de terminarse, pues Martínez
Sierra la había propuesto al barítono Emilio Sagi Barba6, quien
junto con su esposa, Luisa Vela, tuvieron el placer de ponerla en escena, siendo
los protagonistas principales, Puck y Lina, respectivamente. El resto del reparto
estaba constituido por: Eva López (Cecilia), Enriqueta Blanc (Leonor),
Francisco Meana (Roberto), Luis Llaneza (Boby), Santos Asensio (Juanito), Urdazpal
(una ecuyere), Francisco Ruiz (un caballero), José Alted (un regisseur),
Mariano Siñueza (un excéntrico), Roberto Boti (un malabarista),
siendo el propio Sagi Barba quien dirigió la puesta en escena y Juan
Antonio Martínez, el director de la orquesta.
El éxito de la primera representación de Las Golondrinas fue enorme
y quedó reflejado así en las páginas de ABC: "El triunfo
delirante, frenético y brutal, con que anoche fue consagrado en Madrid
el joven compositor Usandizaga, que en los comienzos de su carrera se coloca
tan brillantemente en primera línea de nuestros compositores, aportando
a la escena lírica española una obra maestra, aparte de enorme
triunfo personal conseguido y de lo que significa el descubrimiento de un compositor
de asombrosa modalidad; supone para la definitiva implantación de la
ópera española más de cuanto teorizábamos sobre
él ¡Cuánto hubiera gozado nuestro gran Chapí presenciando
su triunfo que ayer elevó al joven compositor vascuence Usandizaga sobre
la mediocridad actual! A todos admiró aquel muchacho desmedradillo, de
porte modestísimo, pero que lleva en sus ojos llamaradas geniales".
Por su parte, La Correspondencia de España, iniciaba así su crítica:
"Cuando se publiquen hoy los periódicos, sabrá España
entera con alegría que tiene desde anoche un gran músico más,
digno de continuar la gloria de Barbieri, de Chapí y de Vives".
En el primer acto se nos presenta a todos estos personajes, quienes serán los que lleven adelante la trama de la obra: Puck está enamorado de la bella Cecilia. Esta, en una conversación con Lina, se lamenta de las escasas posibilidades de futuro que su exhuberante belleza tiene en este rodar de pueblo en pueblo. Está harta de la pobreza. Quiere progresar y el amor de Puck no la compensa. Ella no entiende esa gloria del camino que sí entienden Lina y Puck y ha decidido marcharse a buscar su propio triunfo. En una inmediata riña entre los amantes, Cecilia califica el amor de Puck como fiebre de paja en el viento algo etéreo, casi inexistente. Ella prefiere el triunfo y la riqueza al amor del pobre saltimbanqui. Puck se entristece y en ese momento entra Lina, interrumpiendo la discusión. Acto seguido, los cómicos salen a animar la feria de la villa que está en todo su esplendor. Se oyen pregones, cantos y voces infantiles jugando al corro. Se quedan solas las dos mujeres y, viendo que Cecilia está guardando sus cosas en una maleta, Lina se dirige hacia ella. Ante sus preguntas, Cecilia le confirma que se marcha: quiere aplausos, riqueza, placer..., y desprecia a los saltimbanquis. Lina intenta evitarlo pensando en el daño que esto va a hacer a Puck y en el dolor que sentirá el joven, por lo que le reprocha, su decisión, recordándole que aún era menor cuando entró en la compañía. Cecilia no la escucha y se va. Lina, que no soporta ver sufrir a Puck, comprende entonces que está enamorada de él.
Al comienzo del segundo acto, ha pasado el tiempo. El grupo se llama ahora Familia Sanders y nadie ha vuelto a saber nada de Cecilia. Puck ha conseguido renovar el espectáculo e interesar en él a poderosos empresarios. Su última creación es una Pantomina basada en los conocidos personajes de la antigua Commedia dell’Arte italiana, Colombina, Pierrot y Polichinela. Antes de dar comienzo a la Pantomima (el famoso y más aplaudido número de Las Golondrinas), Puck, que no ha conseguido olvidar a Cecilia, rememora con Lina viejos recuerdos, entristeciéndose con ellos. Esta, siempre positiva, para conseguir la felicidad de Puck le incita a que mire con optimismo el ayer y que sólo tome de él los recuerdos felices. Tras el triunfo del espectáculo de la Familia Sanders, llega al teatro una nueva artista. Es Cecilia, convertida ahora en la Bella Nelly, quien también ha triunfado y quien viene acompañada de su protector, el conde Stein. El director del teatro le indica su camerino, mientras Puck y Lina se congratulan mutuamente por el éxito de la Pantomima, sin tener la más mínima sospecha de la cercana presencia de Cecilia ni la tragedia que se avecina.En el transcurso de su alegre conversación, Puck oye la risa de Cecilia y la reconoce a lo lejos. Sale enloquecido tras ella, sin que Lina pueda evitarlo quedando esta desconsolada, al ver como aquella mujer le arrebata al hombre que quiere. La inesperada vuelta de Cecilia divide a los miembros de la Fami1ia Sanders: Unos quieren abrirle los brazos; otros, no. Entre estos últimos se encuentra Lina. Primero, por lo que le hizo a Puck y, después, porque ve en peligro su creciente amor por él.
El acto tercero comienza con una conversación entre ambas mujeres. Cecilia, que sospecha el amor de Lina hacia Puck, dice, insolente, que piensa disputárselo. En ese momento entra Puck y, con malos modos, pide a Lina que los deje solos. Cuando ya lo están empieza a increpar y a amenazar violentamente a Cecilia. Esta, asustada, decide fingir un amor que no siente, consiguiendo que Puck casi se lo crea. Se marchan ambos y, cuando Lina, al rato, sale de su camerino, ve aparecer a Puck solo y demudado. Le reprocha haberse dejado embaucar otra vez por Cecilia y, no pudiendo contener el llanto, le confiesa entre lágrimas sus propios sentimientos. Pero, observando con inquietud algo especial en el talante del joven, sobre todo cuando este se despide de ella tétricamente, le ruega que le cuente lo que le pasa. Puck decide hablar por fin: cuando ha intentado abrazar y besar a Cecilia, confiando en sus amorosas palabras, ésta, incapaz de seguir fingiendo, le ha rechazado bruscamente, se ha reído de él y le ha confesado que pertenece a otro hombre. Ciego de rabia y desesperación Puck la ha cogido por el cuello y la ha matado. Aunque horrorizada todavía por el crimen, Lina se aferra a Puck cuando vienen a detenerle, intentando con todas sus fuerzas impedir que se lo lleven, pero al final son separados y ella queda sola, sumida en la más trágica congoja.