I. De antaño y hogaño
En las dos últimos décadas (1976-1996) que cierran estas "memorias de fin de siglo" se cruzan tres generaciones biológicas estancas de riojanos con experiencias muy dispares en los modos de vida, en la óptica de entender el mundo, en los enfoques del día a día, y en especial, en cómo han resultado las biografías de cada cual al llegar la segunda década del tercer milenio cuando escribo este apartado.
Mientras en el ámbito de la salud algunos todavía seguían hablando de “la Iguala”, la mayoría popularizaba “el ir al Seguro” y se empezaba a oír con más frecuencia lo de “llegarse al Ambulatorio”, o, lo que es lo mismo, de la visita a la consulta privada del doctor tal, se fue pasando a la misma, o al ingreso, en la “Resi” de la Seguridad Social –en 2012 un erial o vasto solar al pie de las Casas Baratas-, o a “coger la vez” (hasta que llega
Rioja Salud con internet) en el Centro médico de la zona o del barrio. Nuestros abuelos aún escuchaban “el parte”; el universo más amplio veía “el telediario”; y la generación inmediata daban –y dan- al teclado del ordenador como posesos para recibir la información cada uno a su manera. Del “coche de San Fernando”, el “arre”, la bicicleta o ”el haiga” se fue transitando hacia “el Seiscientos” oledor de cuestas y contenedor de todo, o a la “amoto” (sic) o el “vespino”, para soñar después, a base de pagar letras y plazos, con los “utilitarios” 127, 1500, SIMCA 1000 o “TIBURON”, y unos pocos, mientras tanto, recalcaban –y recalcan- sus niveles sociales con los MERCEDES, AUDI o BMW alemanes. Hay que “ahorrar para la vejez” -y pagar el entierro en vida- insistían nuestros mayores, cuando nosotros escuchábamos las sirenas del “Estado del bienestar” y pagábamos, en “cómodos plazos” -según se decía-, el frigorífico –antes nevera-, la lavadora, el televisor, el coche,.. y más tarde las hipotecas a diez, veinte –y luego más años-, con sus correspondientes porcentajes, para tener vivienda propia e “irnos de casa”, acceder a “la segunda residencia” e incluso financiar las vacaciones después de gastadas. La “Vaca lechera”, “La ovejita Lucera” y otros animales, -¿recuerdan aquella de cuando se iba “El Caimán”?-… y “los angelitos negros”,… saturaron las ondas de “discos dedicados”, y en las fiestas populares en plazas o “jardines” –con los cohetes que hacían “xiuuu”, “pum” y “pam”- se ajustaban los “agarrados”, o “la conga”, para alimentar la afectividad de los que fueron haciéndose abuelos en plena dictadura a base de “método Ogino” y moralina; mientras, los hijos se pasaron a los cantautores y sus “mensajes”, y animaron sus arrumacos y embelesos con el fervor por Adamo, entre otros, la ayuda de la píldora y el miedo al Sida; para terminar, al fin del milenio, con la generación inmediata, o actual, en el “bacalao”, el regatón, Manu Chao,… o las descargas sin permiso de la SGAE ni de nadie y licencias varias en la sexualidad. Algunos –bien pocos- retomaron las urnas celebradas en los primeros años treinta, aunque siguieron recelando de los mítines y aconsejando “hijo, no te metas en política”. Otros descubrieron las campañas electorales, los partidos, las organizaciones sindicales y empresariales, o las “buenas nuevas” de la democracia que veían llegar cargada de ilusiones y proyectos de futuro. De todo esto hubo –y más- en las dos últimas décadas del siglo de las dos XX que sintetizo en esta parte. Los pasos hacia adelante en salud, movilidad, diseños familiares económicos, sexualidad, ocio y descanso, y vida política, parecían bien encaminados y auspiciaban “bienestar”, beneficios sociales y libertad.
Hoy podemos preguntarnos ¿qué será de todo aquello? ¿Volveremos a lo de antaño?
IV. Rioja calidad