Reinado de Isabel II en La Rioja
Industria textil lanera dispersa en La Rioja: 1852
Esta página está cargada de sentimentalismo.
Apena comprobar cómo las poblaciones serranas que se integraron en la provincia de Logroño en el año 1822 están luchando con todas sus fuerzas, a medidos del siglo XIX, por mantener un medio de vida tan señalado y elogiado en el Antiguo Régimen. Pese a ello prácticamente desapareen, como Alcoy y Béjar, por la fuerza modernizadora de los centros textiles catalanes de Sabadell y Tarrasa.
La muerte de la industria textil lanera significó la lenta agonía de una zona entera de la provincia de Logroño que fue próspera en tiempos pasados. Vamos a describir su estado a mediados del siglo XIX, y, sobre todo, a buscar las razones por las que en unas cuantas décadas pasó de la prosperidad a prácticamente la nada.
Fábricas y localización
Las cuotas abonadas por contribución industrial en toda la provincia de Logroño relacionadas con el textil están en torno a los dos centenares en el año 1852. En el mapa superior las situamos por pueblos y salvo en los de los Partidos Judiciales de Calahorra y Alfaro en los demás se abona alguna cuota. En concreto, y en orden descendente, en el de Torrecilla se abonan 61, en el de Santo Domingo de la Calzada 58, en el de Arnedo 40, 25 en el de Nájera, y 9, 7 y 6 respetivamente en los de Haro, Cervera y Logroño.
Todas las fuentes destacan la importancia de la industria textil en media docena de poblaciones riojanas: Ezcaray, Munilla, Soto, Torrecilla, Enciso y Canales. Ezcaray conserva el antiguo esplendor y quizás lo aumenta, al ser esta industria la fuente económica principal de la población a mediados del siglo XIX. Pero además existe "una fábrica de sedas" muy bien equipada. En Munilla, Torrecilla y Soto se abonan unas veinte cuotas y funcionan unos 2.000 husos en cada población. Aún conservan un cierto esplendor industrial.
Concentración del sector
Por la misma fuente comprobamos que una veintena de cuotas superan los 200 rs. de contribución directa, una cifra muy destacada en relación con el nivel industrial de la provincia a mediados del siglo XIX. Y que además se abonan en las poblaciones señaladas como más destacadas dentro del sector. También demuestran que la escasa concentración en Compañías o Sociedades están en los mismo lugares. En Torrecilla hay cinco compañías, en Munilla cuatro, tres en Canales y Cervera y una en Enciso.
Material técnico
En toda la provincia hay a mediados del siglo XIX unos 13.000 aparatos o utillajes diferentes dedicados a la industria textil. Son 155 las cardas contabilizadas. (En toda España en 1857 eran 1.343). El número de husos está en torno a 12.400. Son 237 el número de telares, de batanes 47, de tundosas 41, las prensas 10 y los tintes 21.
En relación con el total del país representan una cifra considerable, al suponer en torno a un 8%.
El problema, pues, no está en la cantidad, sino en la calidad. Todas las fábricas funcionan con motores hidráulicos, excepto dos, que lo hacen con motores de vapor, lo cual significa una gran falta de modernización en la fuerza motriz de los hilanderos. Más del 90% del tisaje es movido aún a mano y sólo 20 telares eran accionados mecánicamente. Asimismo un poco más del 50% de los husos son también movidos a mano cuando ya se han generalizado los husos mecánicos en Cataluña.
El empleo
Esta industria ocupa en toda la provincia 1.037 braceros. Lo cual significa que un 48,5% de todos los trabajadores dedicados a la industria en la provincia son del ramo del textil. Pero a nivel nacional supone que según los datos del Censo de 1860 hay 21 provincias españolas que tienen un número total de jornaleros en todos los sectores industriales inferior al millar de estos obreros del textil industrial en La Rioja.
Causas de la decadencia
¿Cuándo y por qué se produce la decadencia de esta industria en La Rioja? Los primeros rasgos de la decadencia total se sitúan en los años iniciales de la década de los setenta del XIX. En los años sesenta hay un cuarto de industriales textiles en la Lista de Mayores Contribuyentes por industrial en toda la provincia. En décadas posteriores se irán cerrando las fábricas y en 1903 sólo existen una docena de anticuados centros de paños cuyas nominaciones nos manifiestan que son legado del pasado: Sucesores de ..., Hijos de ..., o el propio apellido de los propietarios.
Las causas principales de esta decadencia y desaparición están, sin duda, en los siguientes aspectos: 1) la escasa modernización de la maquinaria y la falta de acomodación a las nuevas normas productivas. 2) la gran competencia catalana que había remozado tempranamente la vieja artesanía y concentrado los centros de producción; 3) el aislamiento de las poblaciones industriales de las vías de comunicación, en especial del ferrocarril que sólo cruza el valle, que encarecen los productos; 4) la inexistencia de financiaciones y capitales; y 5) la desfavorable situación geográfica.
Pero tampoco las instituciones políticas hicieron nada por auxiliarla. Los intereses de los que las forman y dominan a mediados del siglo XIX están más con los productos agrícolas, pues no en vano son los grandes hacendados los que ocupan sus cargos políticos y administrativos.
En definitiva, fueron las mismas causas que eliminaron centros industriales nacionales tan importanes como Béjar, Alcoy, Segovia y otros de Castilla.