Iniciada la última década del siglo XIX los enfrentamientos entre los republicanos posibilistas y los republicanos-progresistas alcanza una agresividad mutua de gran calado. Se personifica en los que se consideran los principales líderes de ambos movimientos, o sea, entre Rafael Ortoneda, periodista e impresor, y el histórico, Carlos Amusco, líder del republicanismo zorrillista en estas fechas.
El primero, el impresor, casi sólo, y el segundo apoyado y secundado por algunas otras personalidades de su grupo, fecundan 'comunicados' cruzados, que no se alejan mucho de lo que vino en llamarse 'lenguaje tabernario'. Se centran en el ataque personal, con insultos de alto calado al individuo, e incluso a la familia del mismo, ajenos, la mayoría de las veces, a las diputas ideológicas y fundamentos doctrinales.
Rafael Ortoneda Alabort "vino a Logroño hace muchos años, cuando la guerra civil carlista -la segunda-, 'vivandero' del ejército del Norte', y poco después se dedicó al periodismo, en el que estuvo mucho tiempo, cuando en Logroño no se hallaba la prensa tan extendida como hoy. Luchó mucho en política, hizo campañas apasionadas y fue muy combatido".
Sin duda una de estas campañas 'apasionadas' es la que recogemos en este apartado como la 'bronca' entre Amusco y Ortoneda. Una semana antes de San Mateo (13 septiembre 1891) Carlos Amusco escribe en un Comunicado una 'ACTA' en la que hace constar que "hace ya tiempo" que D. Rafael "rehuye dar satisfacción cumplida" de sus enfrentamientos. Recuerda Amusco "que hace ya tiempo le hizo emprender un viaje a San Sebastia sin consecuencias" y que ahora (1891) ya es tiempo de zanjar el asunto honrosamente. Le propone a Ortoneda que "designe dos personas para que a las diez de esta misma noche, se vean en el café de El Siglo con otros dos amigos míos". Ortoneda no acudió, ni tampoco sus amigos, porque "quería demorar la resolución del asunto" recurriendo a "pamplinas" (sic). Concluye el Sr. Amusco "que dicho Sr. (Ortoneda) no va a parte alguna a lavar ofensas". "Juzgamos imposible lleve -el Sr. Ortoneda- a cabo nada serio y formal"
La respuesta de Ortoneda llegó un día después para "aclarar la especie de sainete ... preparado por un sujeto llamado Carlos Amusco y sus atláteres Alberto Ruiz y un tal Corral". Los enfrentamientos van tomando un camino de "bronca integral".
... "lo del día 13, aconteció a las siete y media de la mañana, se presentó en mi habitación el dependiente de Amusco Sr. Estefanía proponiendome el que 'El Demócrata' se pusiera al servicio, mediante abono, de dicho individuo, a fin de poner término a las diferencias existentes, entre el dicente y su representado. Durante la larga conversación, que duró hasta las nueve y media de la mañana, hubo de oir el emisario la imposibilidad de conseguirlo y la necesidad de que el mencionado Amusco se retirase de la vida activa política para que los republicanos vivieramos en paz, borrando esas suspicacias que tiene contra los que no han asentido a sus pretensiones". La conclusión de Ortoneda fue, que mientras no adoptara 'el Amusco' una conducta menos egoísta me tendría de frente. La 'bronca' empezaba ahora.
"A las cinco y media de la tarde, escribe Ortoneda, cuando iba a mi habitación, me llamó frente al Instituto el Sr. Estefanía y me acompañó hasta mi casa donde me entregó una carta insultante del dicho Amusco en que decía que para las diez de la noche le mandara dos personas al café 'El Siglo', proposición que enseñé a varios amigos, entre ellos Don Marcelino Ortiz de Lanzagorta, D. José Brieva, D. Julián Hermosilla y D. Juan Marrodán, etc. etc. y todos me aconsejaron que le contestase por carta indicándole las señas de mi casa, lo cual hice, consignando en ella que de 8 a 12 esperaba a sus representantes y a la vez le decía al Amusco que era el hombres más etc. etc. que había conocido en mi vida.
Mis amigos impidieron también que yo me presentase a la cita, pues recordaron oportunamente un escándalo que el Amusco y el Tecle dieron en pleno domingo y en un establecimiento público, además de que es sabido que el Amusco no abandona un momento a las personas en que delega no sea que le comprometan demasiado como sucedió en infinidad de casos.
Respecto a la cita de San Sebastián pueden deducir la verdad los lectores con saber que a fin de conseguir que llegara al terreno le concedieron mis representantes todo cuanto pidieron los suyos, que fue la designación del terreno, armas, día, etc. etc. y hasta la luna si la hubiera pedido ... y no se hizo poca rechifla el que se consignase en un acta que no había armas en San Sebastían para realizar la cosa".
Lo que concluye Rafael Ortoneda en su Comunicado de contestación es: "Lo que suele hacer (Amusco) es comprometer a las gentes y el quedarse en casa al calor de su familia como lo tiene demostrado al no evitar que otros por su causa sufrieran grandes males."
Hasta ahora había sido un duelo a dos. Y aunque aún insiste el Sr. Amusco en dar nuevas explicaciones el día 16 de septiembre con un nuevo Comunicado en La Rioja, la querella se enredó con la participación de otros nominados y la subida de tono.
Ahora entran 'en el combate dialéctico' Alberto Ruiz y Joaquín Corral, dos de los considerados por Ortoneda 'adláteres' del Sr. Amusco. La historia política de Alberto Ruiz no necesita explicaciones por ser uno de los personajes 'históricos' de mayor entidad de la Primera República en Logroño. ¿Quién es, sin embargo, D. Joaquín Corral? Él mismo nos lo cuenta en este 'Comunicado' al Sr. Ortoneda que examino en este apartado de la polémica que estoy estudiando.
El Dr. Corral escribe: "Uno de los clientes, importante señor (Ortoneda), ejerce con dignidad la Profesión de médico, hace ya algunos lustros y sin que el más pequeño lunar haya manchado jamás su honrada Toga, pudiendo servir como vivo testimonio de cuanto manifiesta, entre otros los habitantes de Logroño, en cuyo seno he vivido seis años, y aún también algunos amigos del malhumorado escribiente de 'El Demócrata', de ahí podrá deducir, "si lógicamente piensa", que aunque modesta tiene su representación social.
Como político y girando también en reducida órbita y en humilde esfera ha venido consagrando con convicción y con inquebrantable fe todo cuanto es y vale, "si quiera sea poco", a la causa de la República desde hace muchos años y cuando aún era muy joven, colaborando en periódicos como 'La Federación Española', y contribuyendo con su palabra a la propaganda de estos ideales ante correligionarios, de quienes siempre ha merecido consideración ya que no por otra cosa, por el entusiasmo, nacido de creencias profundamente arraigadas, entiéndalo bien, profundamente arraigadas, que descansaban, como descansan hoy en una conciencia tranquila y siempre al abrigo de concupisciencias y por tanto innacesibles a dádivas y corrupciones, que estas, quédense a buena hora, para los mercaderes de la política de la cual hacen una granjería y para los que incapaces, por lo reducido de su cerebro, y por la falta de educación moral, de pensar y ni de concebir algo que sea serio, se venden al mejor postor.
El desconocido para el antiguo secuaz del Gobernador Terrer ha sido aunque inmerecidamente y siempre honrado por sus correligionarios, candidato en elecciones provinciales y últimamente representante de los mismos amigos políticos en la magna asamblea republicana del centro y como republicano, también es conocido en Logroño, desde cuyo teatro de 'El Liceo' ha fustigado más de una vez a todo aquel que diciéndose republicano, ha tratado con fines bastardos de introducir la discordia en el Partido, obedeciendo a las inspiraciones monárquicas, en cuyos intereses pedía y puede estar más o menos interesado; además ha desempeñado el cargo de Presidente del Comité del Distrito de la capital, y vea el desahogado Ortoneda cómo de esta suerte ha demostrado el incognito que también tiene su representación política y con criterio propio e independiente, para tomar sus determinaciones sin necesidad de subordinarse al de los demás cuando cree que lo que persigue es justo y razonable y no se le dan pruebas en contrario y por lo que al otro firmante respecta (Alberto Ruiz) sirve de contestación al buñuelo del popular Rafael, toda una historia política, prístina, de 40 años y más pura ciertamente, que las intenciones aviesas que animan al conspicuo personaje objeto de estas líneas".
Ortoneda insiste, pero incrementando aún más la acritud, sobre las personas que participan en la 'trifulca'. Al Sr. Amusco, al que ahora califica de "extratante de embutidos y aspirante a Ministro", "de politiquillo farsante", ...; en cuanto "al Corral de Fuenmayor reconozco en él al gorro de dormir de Amusco, pues con toda su toga y ciencia, etc. etc. ha sido en política lo que dicho individuo le ha mandado; y dice que une su firma a "una persona tan acreditada de seria como la de Ruiz". Puros insultos personales, nada de debate de ideas.
La polémica parece que se cierra con una carta del tío de Amusco, "militar con muchos años de servicio", D. Mauricio Echarri. Defiende a su sobrino y reta a Ortoneda a una reunión para terminar incidente de tal naturaleza".
Así andaban las 'cosas' en la última década del siglo XIX entre los republicanos riojanos: duelos, trifulcas, querellas, exabruptos y descalificaciones de todo tipo. Los planteamientos ideológicos y sus principios doctrinales brillan por su ausencia. Parecen comportamientos de la política.