
En el ambiente de zozobras e inseguridades se preparan y se organizan los distintos núcleos de defensa y de resistencia que se mueven al son de lo que se legisla a nivel nacional. Las crónicas y las noticias se llenan de 'Voluntarios' contra las agresiones e incursiones de los carlistas y 'ultramontanos'. A esta palabra se añaden durante el Sexenio Democrático y la República denominaciones varias, como 'Voluntarios de la Libertad', 'Voluntarios de la República' (en febrero de 1873), hasta llegar a su sustitución por el nombre de 'Milicia Nacional' (en diciembre de 1873). En apariencia se asemejan y alcanzan significados similares, pues todos se inspiran en lo que sucedió en la Ley del verano de 1822, durante el 'Trienio Liberal', pero son muy diferentes. En este apartado me ocuparé de 'La Milicia Nacional' sin referirme a los demás.
Desde el verano de 1870 hasta el final de la República se cruzan y se confunden varias partidas carlistas por el territorio riojano. En los comienzos proceden del carlismo interior de la región, pero después de 1872, y en especial durante el año de régimen republicano, el enemigo llega de fuera, desde las Provincias Vascongadas y de Navarra, aunque en muchos casos están alimentadas por naturales y prófugos locales.
Me interesa en especial lo que sucedió en este campo en el verano de la Primera República cuando los carlistas vasco-navarros llevaron la sublevación a su máximo apogeo incluso amenazando con tomar la capital de nuestra provincia.
Pocos días después de las tres trágicas jornadas (30 y 31 de agosto y 1 de septiembre de 1873) padecidas por los habitantes de Logroño se legislaba por las Cortes la Ley de la Milicia Nacional -el 18 septiembre- que buscaba "la mejor organización de Cuerpos de Voluntarios de la República" y dos meses después se publica el Reglamento (16 de noviembre de 1873).

"Artículo 1º. Todo español, desde la edad de diez y ocho años hasta la de cuarenta y cinco cumplidos, que esté avecindado y tenga propiedad, rentas, industria y otro modo conocido de subsistir, o sea hijo del que tenga alguna de estas circunstancias, está obligado al servicio de esta Milicia; desde la edad de cuarenta y cinco en adelante se admitirán como voluntarios".
Se retorna, en plena República, a la exclusión de ciudadanos, como en los años electorales por 'Sufragio Censitario', de los que carezcan de propiedad o de medios propios de vida. En este caso para la defensa.
¿Hasta dónde llegan las exclusiones de vecinos con derecho electoral, a finales de la República -en diciembre de 1873-, para pertenecer a 'La Milicia Nacional' creada por la República?
Se alistan en diciembre de 1873 en toda la provincia de Logroño -en total 254 poblaciones, incluidos pueblos y aldeas-, a los veintidós Batallones, que forman 272 Compañías, un total de 17.189 milicianos de entre 18 y 45 años. El total de electores de los cuatro Distritos que forman la provincia de Logroño en el año 1871 (Ley José María Rivero) son 44.560, que incluye a todos los varones por encima de los 25 años. La diferencia de unos a otros son 27.371 riojanos. Es posible que las ocho barras más de la pirámide de edades incluidas en los milicianos superen a los individuos de las barras de los que están por encima de los 45 años en el Censo electoral. Así que hay un porcentaje de ciudadanos que participan en el 'sufragio universal masculino' que no están incluidos en la organización miliciana legislada por la República.
El total de los alistados a la 'Milicia Nacional' son sólo el 38,6 % del total de los incluidos en el Censo por sufragio universal masculino lo que supone que son excluidos un 61,4 %. A esta cifra llega la desconfianza del régimen republicano hacia aquellos ciudadanos que carecen de medios económicos propios. Los milicianos de Logroño son 752 a finales del año 1873. Los electores de la Junta Revolucionaria de octubre de 1868 son 2.818; los de la Elección de marzo de 1871 son 2.649; y los de mayo de 1873 con la República, 3.219.
Cuando se buscan las causas por las que la Primera República fracasa se alegan numerosos motivos pero deben tenerse en cuenta algunos otros que fueron fundamentales.CONCLUSIÓN FINAL
La llegada de Castelar al Gobierno de la República -7 septiembre 1873, electo por 133 votos-, no fue lo mejor que le hubiera podido pasar al nuevo régimen. Ya antes, en el famoso discurso en las Cortes del 30 de julio de 1873, profusamente difundido y también jaleado, había dado muestras del desenfoque. (1) Más aún lo dará en el discurso pronunciado en la 'terrible' noche del 2 de enero de 1874 en la que las 'armas de Pavía' desalojan el Congreso de los Diputados.
El discurso de julio de 1873 fue reproducido en la prensa de todas las tendencias ideológicas de esos días y comentado detenidamente en cuanto a cada uno les concernía. Su retórica era impecable pero bajo ella se solapaba por dónde iba el camino ideológico del Sr. Castelar en esta fecha.
Los dos movimientos considerados como enemigos número uno de la República, el cantonalismo y el absolutismo carlista se equiparaban, para terminar identificándose con el 'separatismo' y hasta con 'el socialismo'.