La región riojana, desde finales del siglo XVI por lo
menos, estaba disociada administrativamente en dos grandes partes. Grosso
modo, las actuales poblaciones de la Rioja Baja dependían de la provincia
de Soria y las de la Rioja Alta y Media de la de Burgos. Esta misma fragmentación
aparece en las sucesivas documentaciones sobre Mapas políticos-administrativos
españoles de siglos posteriores. Se confirma en la Real Ordenanza de Felipe
V a principios del siglo XVIII y en los Libros del Catastro del Marqués
de la Ensenada de mediados del mismo. En 1785 se recoge con gran precisión
en el libro "España dividida en Provincias e Intendencias y subdividida
en Partidos, Corregimientos, Alcaldías mayores, Gobiernos políticos y
militares, así Realengos como de Ordenes, Abadengo y Señorío ... Con un
nomenclator o diccionario de todos los pueblos del Reino". Finalmente,
en las tres primeras décadas del siglo XIX, y en especial a partir de
las Cortes de Cádiz, el tema de la organización administrativa española
se complica de tal manera, que se hace muy difícil seguir paso a paso
las reformas y las contrarreformas que se sucedieron.
Es durante estos últimos años cuando fundamentalmente
se conforma y afirma la conciencia provincialista riojana, como sucedió
de modo similar en otros muchos lugares. Pero antes de entrar en esta
cuestión, que es la hipótesis central del trabajo, debemos establecer
concreciones sobre quién o quiénes administraban las poblaciones comprendidas
en los límites territoriales que en los años veinte del XIX constituyen
"ex novo" la Provincia de Logroño.
Para poder realizar el análisis y establecer conclusiones partimos del
territorio de la actual Comunidad Autónoma de La Rioja, coincidente con
el de la división provincial definitiva decretada por Javier de Burgos
en el año 1833. Los 5.033,88 Km2 que comprende la Comunidad hoy proceden
en su integridad de las provincias del "Antiguo Régimen" de Burgos y Soria.
Las superficies administradas por una u otra se alteraron en momentos
puntuales. Así desde Burgos, según los datos del "Mapa del Conde de Floridablanca"
del año 1785, en tiempos de Carlos III, -y prácticamente también de los
mismos de finales del siglo XVI-, se administraron 2.609,97 Km2, y desde
Soria, 2.423,91. Sin embargo, en una reorganización de 1802 las poblaciones
del Partido de Logroño, antes en Burgos, pasaron a engrosar la provincia
(Intendencia) de Soria, con lo que la relación superficial se vio alterada
sensiblemente en favor de ésta, quedando así ya de manera definitiva hasta
el nacimiento de nuestra provincia.
Pero concretemos estas cuestiones con representaciones cartográficas.
La administración territorial de La Rioja según el Mapa del Conde de
Floridablanca del año 1785, elaborado sobre el libro España dividida
en provincias ... era caótica, como en general lo era en todo el país,
según ha demostrado Artola. Lo vemos en la representación cartográfica
del Mapa 1.
Ya escribí en otro lugar que "El Partido de Logroño, de la provincia de
Burgos, por ejemplo, estaba fragmentado en cuatro caprichosas partes,
separadas unas de otras por muchas leguas en algunos casos. Pero no solamente
esto, sino que además tenemos en las tierras del Partido de Santo Domingo
varias poblaciones aisladas que también dependían de Logroño. Algo parecido
sucede con el Partido de Calahorra de la provincia de Soria al incluir
en él dos lugares situados en plena sierra camerana: Terroba y Velilla.
El modelo vuelve a repetirse en las Villas eximidas de Gallinero y Villanueva,
que administradas desde Soria, están enclavadas dentro del Partido de
Logroño provincia de Burgos".
Efectivamente, el Partido con cabeza en Logroño, provincia de Burgos,
comprendía un primer núcleo de poblaciones territorialmente enlazadas
desde la cumbre de Piqueras hasta el Ebro, dando continuidad administrativa
a todo el valle del Iregua. El valle de Ezcaray, formado por esta población
y sus aldeas, Ojacastro y sus barrios, más Valgañón y Zorraquín, así como
las villas limítrofes de Villarta-Quintana y Anguta, formaban un segundo
grupo en el sudoeste de la Comunidad. El tercero integra a la Jurisdicción
de Ocón y un amplio número de poblaciones eximidas que se adentran casi
hasta el límite más oriental. Finalmente, corresponden al Partido de Logroño
las poblaciones más allá del Ebro de San Vicente de la Sonsierra, Abalos
y Briñas, así como Tricio, Ollauri y la granja de Cidamón.
Aunque los territorios dependientes de la provincia de Soria, según el
Mapa 1, parecen mucho más homogéneos, no obstante, participan también,
en algunos otros aspectos administrativos, de los mismos o parecidos desarreglos.
Así sucede con la consideración de Partidos, del término en exclusiva
de Alfaro; del de Aguilar con Navajún y Valdemadera; de la tierra de Enciso
o de la tierra de Jubera; además de que se integran en el de Calahorra
poblaciones tan lejanas, como las serranas de Terroba y Velilla. La dependencia
de Villanueva y Gallinero de Cameros dentro de la administración soriana
forma un enclave sin sentido dentro del Partido de Logroño.
La mayoría de estas incongruencias de la administración del año 1785,
se solventaron en 1802, por lo que cuando llegaron los momentos de mayor
fervor provincialista riojano, en los años de las Cortes de Cádiz, el
"caos" de la cuestión administrativa-territorial era un asunto intranscendente,
ya que en estas fechas se planteaban cuestiones de mayor envergadura,
o sea, se aspiraba a mucho más. El Mapa
2 realizado con el documento del 2 de octubre de 1812, Provincia
de Soria. Distribución en siete Partidos en que se subdividen los pueblos
de esta provincia para la concurrencia de los electores parroquiales a
fin de nombrar Diputados para Cortes generales y extraordinarias ...,
es evidentemente mucho más equilibrado y racional, aunque suponga una
merma considerable para la administración burgalesa.
Siguen perteneciendo al Partido de Miranda de Ebro las poblaciones obarenas,
pero el Partido de Santo Domingo es homogéneo, al integrarse en él todo
el valle de Ezcaray y las poblaciones limítrofes antes pertenecientes
al de Logroño, y pese a que Cenicero y Torremontalvo pasan a Soria, dentro
del Partido de Nalda. La Rioja en 1812 es, pues, soriana en más de tres
cuartas partes. El territorio de esta provincia se divide en función de
la administración política electoral de manera equilibrada, concediendo
a las tierras riojanas un protagonismo, quizás, excesivamente exagerado.
Y es que la provincia de Soria quedó distribuida para las Elecciones de
las Cortes de Cádiz en siete Partidos, y tres, el de Calahorra, Arnedo
y Nalda, son exclusivamente riojanos, y otro, el de Vinuesa, comprende
3.738 vecinos de poblaciones actualmente riojanas y sólo 1.310 sorianas.
Asimismo en el de Agreda se integran las poblaciones riojanas de Aguilar,
Cervera de Río Alhama, Inestrillas e Igea.
El resto de las poblaciones riojanas estaban integradas en la provincia
de Burgos perteneciendo casi su totalidad el Partido Judicial de Santo
Domingo de la Calzada, con la excepción de las cuatro poblaciones de los
Montes Obarenes que estaban en el Partido de Miranda de Ebro. El Mapa
2 demuestra que a partir del nuevo siglo se impuso la racionalidad
administrativa en el territorio que formará la futura provincia de Logroño.
Y para las Elecciones de las Cortes de Cádiz se concreta en una división
de Partidos bastante correcta en general y sólo con contadas improcedencias.
Como por ejemplo, el caso de la pertenencia de Ortigosa al Partido de
Nalda, cuando está enclavado en los territorios agrupados a Vinuesa. O
quizás también, la exclusión de Logroño como cabeza de Partido, para ser
integrada en el de Arnedo, cuando es patente y manifiesta la desproporcionalidad
hegemónica entre ambas poblaciones ahora y en aquellas fechas. Estos "peros",
sin embargo, no anulan los logros administrativos que nos muestra el documento
de 1812 para la que será más tarde nueva provincia de Logroño.