En el verano de 1974 se comprueba cómo la legalidad sindical
verticalista hacía "aguas por los cuatro costados".
El modelo de la "lucha obrera" llevado a cabo en INFEMA
-empresa de fabricación de productos mecánicos domiciliada
en Oyón- desde agosto de 1974 rompe con el marco vigente
que regula la relaciones laborales. El pulso mantenido entre los
trabajadores y la empresa se intenta solventar en un principio dentro
del marco legal, pero fracasa en detrimento de los que siempre lo
habían padecido, y en beneficio de la empresa. Los obreros
terminan despedidos y sin indemnizaciones. La ruptura de los obreros
riojanos con la Central Nacional Sindicalista (CNS) ya fue definitiva,
y tomaron buen ejemplo de lo que había sucedido. Un año
después, en junio, se plantea un conflicto laboral en la
Fábrica de Zapatillas Jiménez
Miguel. Tras el despido de tres trabajadores se decide un
paro general, y en esta ocasión el triunfo fue de los trabajadores.
El síndicato vertical se derrumba, aunque aún subsistiera
durante dos años más.
El 20-N de 1975 estaba próximo y en lontananza se vislumbraba que
las "cosas iban a ser de otra manera", como efectivamente así fueron.
Por ello en 1976 la petición de la amnistía, los preparativos
para celebrar el 1º de mayo, la campaña del Referendum
para la Reforma Política o la huelga de EUROPUNTO
se mueven en otros parámetros. La rigidez franquista se disuelve
en consentimiento vigilado, e incluso dentro de las Instituciones,
recuérdese, aún franquistas, se mueven "aires
de libertad", como sucedió con la amnistía en
el ayuntamiento de Logroño, en los apresados en la "Chopera
de Assa" preparando del 1º de mayo, con los encartelados
del PSOE contra la Ley del Referendum, y especialmente con la solución
dada a los despidos de Europunto.
Los cuatro últimos años de los setenta (1977-1980) se desarrollaron
de manera diferente. El año 1977 fue decisivo para la superación
de la dictadura franquista no sólo por el papel jugado por
la Unión de Centro Democrático (UCD), sino también
por la labor desarrollada por los partidos e instituciones que formaron
durante años la oposición antifranquista. Y los ciudadanos
supieron recompensarles con las papeletas introducidas en las urnas
en las elecciones celebradas durante el lustro. Más tarde,
¡qué frágil es la memoria histórica!,
se olvidaron sus logros y aportaciones.

