hacia el Régimen Liberal. Siglo XIX
LA RIOJA CONTEMPORÁNEA : P.V.P 14.99 €
Los franceses en Logroño como aliados. Invierno-primavera de 1808
Hacia el régimen liberal
El día de Año Nuevo de 1808 está en Logroño un capitán francés, procedente de Vitoria, para tomar nota de los "puntos y razón de la cantidad de tropas de caballería que se podían alojar" en la ciudad. Previamente había estado en Haro, Santo Domingo de La Calzada y Nájera con el mismo fin. Lo sabemos porque el Corregidor de la ciudad, Santiago de Suso y Anda, se lo comunica a los Regidores de Logroño en la Sesión del Ayuntamiento del día 2 de enero.

Sin duda el capitán francés tuvo buen ojo. Para aomodar con "todo esmero" a hombres y caballos seleccionó cinco conventos de la ciudad: San Francisco, del Carmen, la Merced, de la Trinidad y de Balbuena. Se debía hacer uso de sus celdas, sus claustros y sus refectorios acomodándoles para las circunstancias.

Enero-febrero de 1808

El Capitán frencés debió de concluir que se podía acomodar en los espacios conventuales elegidos de la ciudad hasta un escuadrón de caballería de unos mil quinientos hombres. Y "las fuerzas vivas" de la ciudad desde el mismo día 2 de enero no escatimaron esfuerzos para lograrlo.

Lo primero era conseguir los fondos para los gastos y para ello llamaron a la Casa Consitorial al que los tenía, el comerciante banquero de la localidad Don Domingo Santa Cruz. Prestó hasta 20.000 rs. de vellón para "cobrarlos por San Juan de junio". Con ellos se realizaron los primeros gastos, y más tarde el Intendente de Soria que mandaba en la provincia, de la que Logroño era cabeza de uno de sus Partidos, alivió la situación al prometer otros 80.000, que sólo llegaron hasta 32.000.

Después se buscaron los útiles necesarios para los hombres y sus caballos. Durante una veinte días nos se habló en la ciudad de otras cosas, que de camas y pesebreras; de trigo y paja; de comestibles y de cebada. Y también sucedía lo mismo en los contornos y en los pueblos del Partido.

Al final, antes de la llegada de "las Tropas Francesas", no sin resistencias y problemas, se habían allegado e instalado un total de 784 camas para 1.468 soldados y sus jefes, con la excepción del General, al que el Obispo de Calahorra le cedió su Palacio en la ciudad.

El claustro del convento de San Francisco -al que tapiaron sus arcadas con ladrillos para que no pasaran frío los caballos- y el refectorio del Convento de la Trinidad, se convirtieron en cuadras con sus pesebreras correspondientes. Estaban dispuestas más de dos millares de fanegas de cebada -1810 recogidas en un reparto entre catorce poblaciones del Partido-.

15 días de acuartelamiento

Previa cortesía del Sr. (H)Arispi, "General de Brigada del Estado Mayor General del Cuerpo de Observación de las costas del Océano", arribaba la "Columna de caballería de cerca de mil y quinientos hombres y mil quinientos caballos" a la ciudad el día 24 de enero de 1808.

A partir de entonces empezaban otras preocupaciones y problemas para los munícipes y los ciudadanos en general. Es verdad que se habían nombrado intérpretes para cada uno de los conventos con acuartelamientos, pero en las tiendas y en los lugares de suministros no se enteraba nadie, por lo que se plantearon algunos conflictos por "timos de los tenderos" o por la negación a venderles.

Las escusas protestadas por los autores se basaron principalmente en las dudas sobre la moneda con que pagaban, pero en el fondo se percibía algo más. Ni les entendían, y posiblemente, ni les querían entender, pero también estaban en guardia de las "posturas arrogantes" con que reclamaban los productos. Y aunque aún los francesas eran tratados como aliados, siempre encontraban algún pero.

Cuando se supo, sin previo aviso, que las tropas francesas se marchaban al amanecer del día 6 de febrero todos se sintieron aliviados. Pero sucedió lo imprevisible: la sacristía y la iglesia del convento de la Trinidad, en la perifería de la ciudad por donde salían las tropas francesas, ardía por los cuatro costados.

Apagar el fuego -con llamada general a rebato- fue la causa común de los logroñeses durante dos días. Pero no fue menor su preocupación por recoger y salvar los útiles usados en los alojamientos de las tropas con vistas a un futuro que presumian largo.

La inquietud primaveral

Es posible que el/los escribano/os de las Actas del Ayuntamiento de Logroño de la primavera de 1808 no supiera que papel sellado utilizar para encabezarlas cada día.

Validaciones de los pueblos para Actas

El "sello cvarto, qvarenta marevedis, Año de mil ochocientos y ocho" dio muchas vueltas. Del pliego impreso en el que se recogían los acuerdos de las reuniones del Concejo con la frase anterior a cuerpo grande tras el escudo de "Hispaniarum Rex - Carolus IV D. G. " hubo de ser validado con distintos subtitulillos a mano -en la mayoría de las ocasiones-, o impresos -las menos-, sin que variara el escudo.

¿Y por qué? Porque esta primavera fue de cambios rápidos y continuados en la cúspide de la pirámide del poder nacional. Los nubarrones aparecen en forma de Reales Decretos, de Órdenes y de todo tipo de Comunicados hasta que estalla la tormenta pocos días antes del comienzo del verano. Los franceses, desde el 30 de mayo de 1808, pasaban a ser enemigos.