Orovio ha pasado a la historia de España como el "ariete" de
los gobiernos moderados en el enfrentamiento con las tendencias más ronovadoras
de la cultura española
Está siempre en el medio, como protagonista destacado de la parte retardataria
de lo que se conoce como las "Cuestiones Universitarias". Tanto en
1867 como en 1875, el riojano Orovio, desde el poder que significa el ser Ministro,
expedienta y expulsa a todo aquel que no se acomoda a la "doctrina"
oficial en las explicaciones de sus Cátedras. Y sus "razones"
nunca están en el plano de la ciencia, sino siempre en el puro ordenancismo
académica, tratando al funcionario universitario como alguien que debe
someterse a las normas emanadas de sus decisiones ministeriales, sean científicas
o no lo sean.
Ninguna otra cosa podía esperarse de un hombre de leyes (estudió
la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza); de sus formas de actuar
en sus primeras acciones políticas de juventud; y del espíritu
autoritario del moderantismo conservador decimonónico. La cuestión
es que Orovio tuvo que hacer frente, y en dos momentos distintos, los que preceden
y los que cierran el Sexenio democrático, a la entrada en España
de las ideas más renovadoras del pensamiento y la ciencia europea: el
krausismo y el darwinismo.
Y responde en ambos casos desde la posición de la "condena de antemano".
El mal estaba en las doctrinas que desde la Cátedra de Filosofía
del Derecho impartía D. Francisco Giner de los Ríos, que según
los exégetas más doctrinarios infectaban las demás materias
docentes. Y acudían al ejemplo de González de Linares y de Laureano
Calderón, Catedráticos de Biología o Ciencias y Química
respectivamente.
El momento más polémico es cuando en el primer gobierno de la
Restauración, presidido por Cánovas del Castillo, asumió
otra vez la cartera de Fomento, y emitió la polémica Circular
(febrero de 1875) sobre la enseñanza que produjo el rechazo de la Universidad.
Es muy sabido, que no hay mal que por bien no venga, y de estas actitudes dogmáticas
nació la I.L.E. (Institución Libre de Enseñanza Media). Como también que todos
los desaguisados creados por el riojano de Alfaro fueron resuelto por otro riojano
muy distinto, D. Práxedes Mateo Sagasta.