La industria riojana. Segunda mitad del siglo XX.
Diversificación y aglomeración industrial en Logroño.
La situación industrial en La Rioja en nuestros días en muchos aspectos, y en especial en la configuración sectorial y en la tipología empresarial, sigue muy unida a la tradición, aunque se ha modernizado inducida por la renovación económica y tecnológica general del país disfrutada desde los años sesenta.
La industria riojana de mediados de los noventa del siglo XX se caracteriza por estos rasgos:
La industria riojana de mediados de los noventa del siglo XX se caracteriza por estos rasgos:

1. La alimentación es el sector hegemónico en cuanto al número de empresas, de personas ocupadas y de avalor añadido. Esto denota un grado de especialización, que en cuanto a los dos primeros indicadores está en torno a un 25%, y en cuanto al tercero, sobre el 50% del total provincial. Esta hegemonía se encuentra fomentada por la proximidad de los centros de transformación a una abundante y cualificada materia prima. En este aspecto la situación industrial riojana ha variado muy poco de la dinámica general seguida en toda la época contemporánea.
2. Se ha tendido durante la segunda mitad del siglo XX hacia una diversificación, más claramente expresada en cuanto a los ocupados y a las empresas, que en cuanto al valor añadido. Los sectores más progresivos han sido el del metal, sobre todo en la rama de la fabricación de productos metálicos, y el del textil. Al primero parece que le queda un largo futuro, mientras que al segundo se le acumulan las dificultades. Sin embargo resta mucho para llegar a una diversidad sectorial equilibrada y a una localización territorial del mismo signo, en prevención de posibles problemas futuros, bien para las empresas, o bien para la oferta de ciertas materias. Este rasgo es renovador y debe profundizarse en él.
3. Se da un fuerte grado de polarización en torno a Logroño, que se acrecienta a medida que pasan los años, con los consiguientes problemas para el equilibrio y la ordenación regional del territorio. Es el cambio más significativo en el sector industrial riojano operado en los dos últimos siglos.
4. Los flujos comerciales denotan el papel de La Rioja como suministradora al exterior de transformados agroalimentarios y como receptora de la gran mayoría del resto de productos. No se han dado cambios en este sentido.
La primacía industrial de la ciudad de Logroño en relación con el resto de las poblaciones de La Rioja, es el rasgo más innovador de la industria riojana de la segunda mitad del siglo XX. Se constata el cambio en cualquier tipo de variables que utilicemos. Sean el número de activos, de empresas, de valor añadido o de inversión de capitales. La literatura económica se ha ocupado preferentemente de los primeros aspectos. Nosotros nos detendremos en el último porque ha sido el más olvidado y es el más costoso de dilucidar.

Para concluir, es necesario relatar el camino que siguió nuestra capital hasta llegar al protagonismo actual. Transcurrió mucho tiempo hasta que Logroño se sumó a la industrialización, no sólo nacional, sino incluso regional. Pese a ser la población de La Rioja más beneficiada por las reformas administrativas liberales de los años treinta del XIX, y por los tratos de favor aportados por los mecenas liberales sagastinos en la segunda mitad del mismo siglo, su peso en la economía y en la demografía provincial no se dejó sentir hasta muy entrado el siglo XX. Y aunque su población creció a un ritmo muy similar al de otras capitales de provincia españolas de tipo medio, sin embargo, su configuración sectorial económica quedó marcada por los esquemas antiguoregimentales. Su evidente terciarización, siempre por encima del 50%, desde que en 1833 consiguió la capitalidad provincial, se basó principalmente en el abundante trabajo doméstico, y en que los Censos y los Padrones Municipales contabilizaron a la numerosa tropa acuartelada después de la Primera Guerra Carlista en sus extraradios. El resto de ocupados en otros sectores de los servicios fue raquítico. La estrucutra del sector secundario, por otra parte, nunca fue superior al 30% en todo el diecinueve, y siempre de base artesanal, salvo en casos aislados, y muy tardíos en el tiempo, que confirman la regla, como la Tabacalera, las Bodegas Franco-Españolas o las Fundiciones Marrodán.
Pero a medida que las comarcas se especializaban en determinadas ramas industriales a lo largo de la primera mitad del siglo XX, Logroño, se iniciaba en un lento proceso de transformación económica que la convirtiría en los años sesenta en un área industrial diversificada, atractiva y moderna. Los primeros síntomas de estas transformaciones, como decíamos, se comprueban en la segunda y tercera décadas del siglo XX; pero después, por los efectos de la guerra y la posguerra, desaparecen, y hasta la década de los cincuenta no se realiza el despegue, que terminará siendo definitivo en nuestros días. No hay más que comparar los datos de la inversión, especialmente industrial, realizada en Logroño y en el resto de las poblaciones de la provincia.
Desde los años cincuenta del siglo XX, por tanto, la historia de la industrialización de La Rioja está íntimamente unida a la de su capital y sólo pueden exceptuarse poblaciones monosectoriales, como Haro, Cenicero, Fuenmayor, ... con la vinicultura; Calahorra y los núcleos de su entorno -Rincón y Alfaro, principalmente- con las conservas de hortalizas al natural; Arnedo con el calzado; y Nájera y Ezcaray con los muebles.