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María Lejárraga García

María Lejárraga y el Ateneo de Madrid

‘Las mujeres ante la República’ (II parte)

María en 1930 (+ -)

En la segunda parte del curso, en las dos últimas conferencias, se ocupó de un par de cuestiones muy concretas, que, en estas fechas y durante toda la República, produjeron agrios debates y acciones extremadamente cruentas. Es lo que Tuñón de Lara denomina "claves de la República", junto a algunas otras.

En la del día 15 de mayo analizó la denominada "cuestión religiosa" y en la del 18 la "cuestión catalana".

Sus opiniones sobre ambos temas fueron las más difundidas en las entrevistas de los periódicos y en las sedes de los partidos y organizaciones, y cuando se le imputaron responsabilidades políticas después de destruida la República estas opiniones son algunos de sus cargos.

La cuestión religiosa

La conferencia se centra fundamentalmente en tres cuestiones: la libertad de cultos, la escuela laica y la separación de la Iglesia y el Estado. Apasionadamente, con protestas, campañas y "santo horror", se ha "levantado un estandarte" en contra de ellas, y mucha gente ha clamado y se ha "puesto en marcha" para resistirse a su implantación. "¿Por qué lo habéis hecho?", se pregunta María. "¡Por fe y por obediencia!". Responde que ésta, desde luego, no es a la Iglesia Católica, "no a su cabeza visible en la Tierra, el Romano Pontífice"; no a Roma, "definidora y maestra infalible para todo católico"; ya que no lo exige "en país ninguno". En Francia hay escuela laica, el Estado y la Iglesia viven independientes. Y lo mismo sucede en los Estados Unidos de América. Así pues, "no habéis clamado con la voz del Pontífice, ... sino con una parte del clero español" que os han hecho lanzar estos "gritos" "sin tomarse el trabajo de explicároslos". Y esto es lo que hace María Lejárraga en la cuarta conferencia del ciclo La mujer española ante la República.

Libertad de cultos significa "que el Estado respeta la conciencia de cada uno de los individuos que lo componen, y le autoriza no sólo para practicar su religión individualmente, sino para reunirse con todos sus correligionarios y celebrar en plena tranquilidad y seguridad los actos religiosos". Se reconoce que haya iglesias abiertas, administración libre de sacramentos, libertad de propaganda religiosa dada por la Iglesia o por la familia, seguridad de que nadie ha de ser molestado, inquietado, perseguido ni siquiera preguntado por aquello que cree o deja de creer. "En una palabra, libertad del ser humano para establecer su unión con Dios". Y tantos otros que buscan su salvación por otros caminos, con esta libertad, también puede hacerlo, no los coloquéis en el "trono de los perseguidos". Y narra su propia experiencia y la de un misionero "entre budistas indios" en relación con estas cuestiones. Y concluye: no suprimáis la libertad de cultos, ni tengáis motivo de temor alguno porque "se establezca la libertad de cultos".

"¿Por qué ha de entregar la Iglesia la predicación del evangelio a un elemento secular?. No hacen falta las Escuelas Nacionales para la propaganda de la fe. Hasta ahora el resultado de la escuela española ha sido que "el pueblo se ha alejado de Dios". "La escuela no puede ni debe encargarse de enseñar religión". "Búsquelo en la familia, no en la escuela; encuéntrelo en la madre, no en el maestro". La escuela sólo puede poner "los cimientos de todo sentimiento religioso: amor a la verdad, lealtad al entendimiento para consigo mismo". La escuela debe ser laica, "no puede ser problema, ni conflicto, ni preocupación de ninguna clase para la Iglesia que sabe ser maestra y que quiere enseñar por sí misma".

"Separación de la Iglesia y del Estado quiere decir que en cada nación el estado se ocupa de sí mismo y de todo lo que a él le atañe,... en perfecta independencia y posesión de su autoridad, y sin sujetarla al dictado de una confesión religiosa determinada" ... Y también "quiere decir que deja a la Iglesia en absoluta libertad de ocuparse de la salvación del alma de cuantos individuos componen la nación" ... Y esta separación implica muchas consecuencias, y entre ellas, las más importantes son que el Estado no paga al clero, pero a su vez la Iglesia no se ve obligada a bendecir injusticias; que la Iglesia alcanza su autoridad espiritual con lo que elude la materialidad; que se aparta de la ley oficial y puede "defender el derecho del oficialmente perseguido", ... Y concluye con un grupo de preguntas y con un ruego: ¿A qué puede obligar a la Iglesia Católica, a las mujeres católicas, la separación de la Iglesia y el Estado? "¡Apasionadas católicas de España, seguidlo siendo, enhorabuena! Pero poned vuestra pasión en donde debe estar: en la defensa del tesoro espiritual de la Iglesia"...

"El problema catalán"

La última conferencia del ciclo, leída el 18 de mayo de 1931, está publicada con el título de Federación, aunque en la prensa se anunció como el "Problema catalán". Y es que la exposición de María Lejárraga en el Ateneo se dedicó a la integración de ambos términos.

Parte en su exposición de un grupo de supuestos teóricos políticos sobre el significado del verbo gobernar para concluir que se basa en la autoridad y en la ley. La autoridad se puede ejercer de dos maneras: 1ª) "por imposición de una voluntad única ... que "si se trata de un Estado, esa manera de gobernar se llama centralismo", ejerciéndose por la absorción de "poderes varios en un centro fortísimo de acción"- o por la administración al distribuir por las provincias todos los caudales acopiados; y 2ª) por "cooperación de voluntades libres unidas para un fin común", que se puede llamar forma de gobernar descentralizante, y que es cuando un Estado "atribuye ... la parte de poder necesaria para asegurar la buena marcha, tanto política como administrativa" a las partes... Así el Estado se organiza federativamente o se constituye en una federación".

Homenaje a María Lejárraga en el Ateneo de Barcelona

"Una patria, pues, puede estar constituida por un Estado centralista o por un Estado federal". El hecho de que Cataluña "desee formar parte de la patria española como miembro de una federación" no es ningún crimen contra el patriotismo. El que se haya considerado así "depende únicamente de que España, durante varios siglos, ha sido -contra toda su tradición- una monarquía centralista, ... porque ha ocupado el trono una dinastía no española, sino francesa", país que puede ser considerado como el paladín del centralismo. Cataluña no ha podido adaptarse nunca a esa forma de Estado, y ahora cuando ha caído el trono que sostenía y representaba el centralismo, se ha decidido por la descentralización federativa. Y concluye: "Esta es la verdad sencillísima de lo que se llama problema catalán".

Pero la idea de gobierno, decíamos, se basa también en la ley, y ésta puede considerarse como mandato o como convenio -que es la propia del sistema parlamentario de la República-, y también como única o como diversa. Examinemos esta última clasificación. Parece que la ley única -igual para todos-, es el ideal de justicia y así se recoge en el conocido lema de la Revolución Francesa ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad! Pero la cuestión no es tan sencilla. "Libertad e Igualdad, parecen significar lo mismo, y significan, precisamente, lo contrario". "Suenan muy bien juntas ... pero apenas se las quiere hacer servir unidas a un mismo fin, surge su inevitable contradicción". Y recurre al conocido ejemplo de Lenin que cuando las puso en práctica estableció: "¡Viva la igualdad, aunque la libertad se vaya a paseo!".

Para la solución de este enfrentamiento, distingue María, entre elementos sustantivos y adjetivos en los seres humanos. Los primeros son iguales para todos; los segundos diferentes. Y esta distinción "se acentúa cuando se trata del individuo parte de un estado, que se llama región". Así que la ley debe ser "una para todos cuando de lo esencial y substantivo se trate, y diversa, flexible, multiforme, cuando se refiere a lo peculiar o adjetivo". El derecho a la vida es un ejemplo de ley universal para todos, que exige la abolición de la pena de muerte; y no se puede establecer, por ejemplo, "la misma ley agraria" para "regiones en que la tierra es propiedad de unos pocos ... que para regiones en que está la "tierra quebrada y dividida, poseída por innumerables pequeños propietarios". No es que María quiera "destronar" la igualdad, sino que busca potenciar las cualidades peculiares del hombre libre, cuando ya el dogma de la igualdad es reconocido por todos. Así que apliquemos estas doctrinas a la administración de los recursos de un Estado. Hay necesidades comunes, "defensa y comunicaciones generales", por ejemplo que deben de ser administradas por el Gobierno general; pero también hay necesidades peculiares de cada región que debe ésta encargarse de ellas.

Examina la Historia de España y concluye que el Estado español es el resultado de una amalgama de las más diversas "aportaciones materiales y espirituales". Este eclecticismo de peculiaridades "es nuestra riqueza; pero es también nuestro conflicto". "¿Cómo acoplar en unidad política este conglomerado contradictorio? ¿Cómo gobernar esta nación-mosaico,...?" Las monarquías históricas, desde los Austrias, responde, lo ha hecho a través de la dominación por el centralismo, ahogando las aspiraciones de la diversas regiones y considerando que "el regionalismo es una herejía". Y la que más se ha opuesto a esta dominación ha sido Cataluña, y sin duda lo ha hecho por su mayor modernidad económica, y no sólo industrial sino también agrícola; por su mayor "solidaridad ciudadana", por su mayor cooperación y federación entre ellos. Esto les ha hecho los más fuertes de España y también los más desesperados, y han "levantado la bandera contra España, porque la monarquía y el Gobierno central habían decidido que España era el trono y era el centralismo". Y hay más. El centralismo ha creado tantos problemas al Estado que "el conflicto catalán" ha sido "buena pantalla con que ocultar cosas que no eran para vistas". Y por ello "oficial y voluntariamente se ha fomentado la mala inteligencia". Proclamada la República ha podido oírse "¡Cataluña dará guerra!", y esto lo han dicho gentes que "no son capaces de saber ni siquiera hacia dónde cae Barcelona". Pero no es de extrañar, porque "una tenaz campaña de Prensa y de opinión se ha pasado más de cuarenta años consagrada a la dulce y patriótica tarea de suscitar y fomentar el desacuerdo". Y concluye en que "no hay que asustarse en esta hora de formación ilusionada, ante el fantasma artificioso y arteramente evocado del peligro catalán".

El cursillo de María en el Ateneo tuvo resonancia. Y el 7 de julio de 1931 se celebró un Homenaje en su honor en el Retiro madrileño, así como también después en el Ateneo de Barcelona.

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