Obras M U S I C A D A S
El matrimonio María y Gregorio escribieron un conjunto de obras escénicas para ser musicadas. Las tienen de tres tipos: líricas, óperas y ballets.
I. Obras líricas del género chico
Año 1911 "La
suerte de Isabelita" (Madrid, Edit. R. Velasco)
Año 1913 La
Tirana [Comedia musical] (Madrid, Edit. Renacimiento)
Año 1914
Margot [Comedia lírica
con música de Joaquín Turina] ( Madrid, Edit. Renacimiento)
El tema común de estas tres obras
es el amor, aunque tratado de manera diferente. Por otro lado, el denominador
común de La Tirana y Margot
es la profesión de sus protagonistas pero, mientras en la primera obra,
el final es feliz para la protagonista principal, en la segunda obra, su protagonista
no consigue su objetivo: casarse con el hombre que cree amar, ya que éste
estaba comprometido de antemano con una mujer a la que también quiere.
Este mundo melodramático cambia completamente en la tercera obra, La
suerte de la Isabelita, en donde se nos presenta a una simple obrera
de taller que se enriquece gracias a un premio conseguido con la lotería
y que consigue, mientras le dura el dinero, vivir una especie de sueño,
en donde surgirá el verdadero amor y con el que, posteriormente, se comprometerá.
Hay, pues, un paralelismo en los finales, como si al jugar el autor con las
funciones del relato (semejante a las funciones del cuento que Vladimir Propp
enunció en su obra La morfología del cuento, en donde seleccionó
una serie de parámetros que suelen repetirse en casi todos los cuentos)
dejase siempre la misma pieza del rompecabezas que constituye la obra, para
el final: La protagonista encuentra a su verdadero amor y se casa con él.
Este tema se encuentra en otras zarzuelas: Los Gavilanes, La rosa del azafrán,
Molinos de viento, ...
Por el tema que
tocan y el lirismo y la ternura que todas estas piezas despiertan, las obras
de los Martínez Sierra pueden considerarse dentro de una línea
muy semejante a la seguida por el resto del teatro lírico español
de la época. Literariamente toca temas muy manidos, siendo las características
generales de todas ellas: unos momentos de tensión, en donde parece que
el desenlace de la obra va a ser negativo para los protagonistas y, por el contrario,
momentos de felicidad en el clímax, cuando el desenlace es favorable
para los jóvenes amantes, quienes ven resueltos sus problemas y un camino
abierto para poder vivir felices definitivamente, sin trabas a su amor.
Año 1914 Las
golondrinas [Drama lírico con música
de José María Usandizaga] (Madrid, Edit. Juan Pueyo) También
se trata el tema del amor pero de manera muy distinta al de la restantes zarzuelas,
en las que nos encontramos con un final feliz favorable siempre a los enamorados,
En esta obra acaba trágicamente, al asesinar Puck a la Bella Nelly, Cecilia,
su amor de toda la vida porque, una vez más, lo ha rechazado. Estos amores
desgraciados, son la contraposición a los amores felices plasmados en
las tres obras anteriores, lo que posiblemente llegó a chocar en la mentalidad
de las gentes de la época, ya que en nuestro género lírico
la muerte no suele estar presente, de manera directa, en la trama de las obras,
ni suele marcar a los protagonistas.
Como bien puede observarse por los temas tratados, estas obras son descendientes
directos de la comedia sentimental y lacrimógena que tantos éxitos
tuvo en siglos posteriores, con la diferencia de que los protagonistas de aquéllas
pertenecían a la burguesía y a la aristocracia, y las de éstas
al pueblo llano y, por lo tanto, planteaban una experiencia factible de ser
vivida por cualquiera de los espectadores presentes en el teatro.
Podemos considerar a los Martínez Sierra como los continuadores de la línea, que el género lírico español tomó desde principios del siglo XIX pero que, tal vez el exceso de obras surgidas en su época eclipsó su producción, pues es bien sabido que, en las décadas del pasado siglo y en las primeras del presente, el auge de la zarzuela fue extraordinario, hasta tal punto que, cientos de obras eran puestas en escena cada año, algunas con mayor fortuna que otras, pero, en general, con un afán conservador de nuestras raíces.
II. Obras para óperas.
Año 1918. La llama (ópera
inconclusa con música de Usandizaga).
Año 1918-1919. Fuego fatuo, proyecto
inacabado para una ópera cómica en tres actos, en colaboración
con Manuel de Falla. Falla, después de El retablo de Maese Pedro,
se negó a ponerla en escena.
Año 1923.Jardín
de Oriente, cuya partitura se debe a Joaquín Turina, y
que se estrenó en el Teatro Real de Madrid.
III. Libretos para ballets. De entre ellos cabe destacarse:
Año 1915. El
Amor Brujo [Gitanería, con música de Manuel de Falla],
Madrid, Edit. R. Velasco). Entre finales de 1914 y principio de 1915, desarrollan
el argumento y el texto de El amor
brujo, al que Manuel de Falla pondría música,
y que se estrenó ese mismo año, en versión escénica,
en el Teatro Lara de Madrid, con Pastora Imperio como protagonista. En 1916
se estrenó en versión sinfónica, recreándose posteriormente
en la ópera Cómica de París, interpretada por la insigne
Antonia Mercé, La Argentina, y Vicente Escudero.
Año 1916 Navidad [Misterio, con música de Joaquín Turina]
(Madrid). Lo más importante de esta obrita, que musicó Joaquín
Turina (que hace su Opus 16), es su plasticidad. En la orquestación de
dicha obra es de destacar dos elementos muy queridos por este músico:
lo religioso y lo popular.
Año 1917. El sombrero de tres picos o El comendador y la molinera, basada en la obra homónima de Pedro Antonio de Alarcón, la cual adaptó también para este evento Gregorio Martínez Sierra, y cuyo estreno tuvo lugar en el hoy desaparecido Teatro Eslava de Madrid, en 1917. Esta obra fue estrenada, con posterioridad, en 1919, en Londres, tras haber enriquecido los medios y la orquesta, de la mano de Sergei Diaghilev y la Compañía de ballets rusos y bajo la dirección de Ernest Ansermet y con decorados de lujo, surgidos de los pinceles de Pablo Picasso. La coreografía corrió a cargo de Leonid Massine.
Los Martínez Sierra adaptaron también obras de otros autores, para poder ser musicadas, como es el caso de La adúltera penitente, drama de Agustín de Moreto, la cual se estrenó en Barcelona, en el Teatro Novedades, cuya partitura se debe a Joaquín Turina, asiduo colaborador de este dramaturgo.