EN E L A T E N E O D E M A D R I D
"D U D A S D E L M O M E N T O "María
Lejárraga interviene por segunda vez en
un ciclo de conferencias organizadas por el Ateneo madrileño en el otoño
de 1932. La situación de la República ahora era muy distinta a
cuando disertó en el ciclo que acabamos de examinar. En diciembre de
1931, el día 6, el Catedrático de Metafísica de la Universidad
Central de Madrid José Ortega y Gasset, pedía la "Rectificación
de la República", porque "si se compara nuestra República
en la hora feliz de su natividad con el ambiente que ahora la rodea, el balance
arroja una pérdida y no, como debiera, una ganancia". Y se preguntaba,
"¿Por qué en torno a la República hay hoy menos fervor
que siete meses hace?". Efectivamente, esta escasez de fervor que señalaba
Ortega, se fue concretando en hechos en meses posteriores. A mediados del mismo
mes de este discurso en el Cine de La Opera, se excluía del Gobierno
de la República a los radicales lerrouxistas, perdiéndose el conservadurismo
republicano que podía aportar este Partido, y sobre todo, la unidad de
acción republicana con que había nacido el régimen. Al
cerrarse el año y abrirse el nuevo, dos "sucesos", el de Castilblanco
en Badajoz; y el de Arnedo, en La Rioja, enfrentan a la opinión. En uno
fueran asesinados cuatro Guardias Civiles, y en otro una docena de civiles,
lo que supuso que los dos frentes ideológicos de la República,
las derechas y las izquierdas, se "arrojaran los muertos a la cara".
Y antes de terminar el primer mes del nuevo año, el 21 de enero, se da
un "movimiento insurreccional" en la cuenca minera del Alto Llobregat
en el que los anarquistas proclaman el comunismo libertario. En otra dirección,
a finales del mes se publica el Decreto de la disolución de la Compañía
de Jesús y nace la amenaza de la expulsión de la enseñanza
de las restantes órdenes religiosas. Como además se venía
discutiendo en las Cortes la Reforma Agraria y el Estatuto de Cataluña,
se crea un ambiente de crispación, que termina en una "conmoción
política" de primer orden el día 10 de agosto de 1932 con
la sublevación del General Sanjurjo en Sevilla contra la República.
El golpe de Sanjurjo tuvo como efecto primordial la unificación de las
tendencias republicanas, pero también, y sobre todo, da lugar a un clima
de análisis de la situación política española, que
se concreta, en el caso del Ateneo madrileño, y de su Sección
de Ciencias Morales y Políticas, en la organización de un amplio
y bien pensado curso de conferencias, unificado bajo el título de El
pensamiento político de la España de hoy. En él, como
única representante femenina, participa María Lejárraga,
con una conferencia con el título de Dudas del momento.
El curso fue presentado por el Presidente de la Sección citada del Ateneo,
Dr. Rodolfo Reyes, el 21 de noviembre de 1932,
Se estructuró en doce conferencias que debían impartirse por el
mismo número de conferenciantes, con la intención de una periodicidad
semanal. Los participantes fueron seleccionados de forma que cubrieran el amplio
espectro de sensibilidades políticas de todo el Estado en el momento.
Y se distribuyeron temporalmente entre el 28 de noviembre de 1932, con la primera
exposición, y el 11 de abril de 1933, con la última. En el cuadro
I sintetizamos los nombres de los participantes y las fechas de sus aportaciones,
con algunas otras observaciones.
La selección no podía ser más atrayente. Abriría
el curso el Rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, en estas
fechas también Diputado a Cortes por la Agrupación al Servicio
de la República, disertando con el mismo título del ciclo, es
decir, sobre El pensamiento político de la España de hoy, el día
28 de noviembre de 1932, a las siete de la tarde, siendo arropado en la tribuna
por la "Junta Directiva en pleno" del Ateneo. Una semana después,
el 5 de diciembre, lo haría nuestra María. El 13 de diciembre
expone su visión política el presbítero y abogado Dr. D.
Francisco Romero Otazo, Catedrático de Derecho Canónico de la
Facultad de Derecho de Universidad Central de Madrid, e integrante del Partido
Conservador del ex-Ministro de la Gobernación del Gobierno Provisional
de la República, Miguel Maura. La cuarta fue dada por el sindicalista
Ángel Pestaña el día 19 del mismo mes. , y cerró
el año 1932, el Diputado federal por Las Palmas y ex-Fiscal de la República,
José Franchy Roca el 26 de diciembre. Se anunció para el día
2 de enero de 1933 la participación del comunista trostkista Andrés
Nin, pero se comunicaba el día anterior que se suspendía su conferencia
"por imposibilidad de asistencia del señor Nin". Durante el
resto del mes de enero de 1933 estaban anunciadas otras dos más, el día
9 y el día 16. Se celebró sólo la primera, dada por Ángel
Ossorio y Gallardo, destacado político que fue Ministro de la monarquía,
y en estas fechas Diputado por la ciudad de Madrid como Republicano Independiente,
dentro de una Candidatura "de apoyo a la República". La del
día 16 debía impartirse por el socialista Fernando de los Ríos,
ahora Ministro de Instrucción Pública, pero "fue aplazada"
. Y aunque se comunicaba que "oportunamente" se anunciará su
celebración, que sepamos, no llegó a celebrarse. En el mes de
febrero únicamente se impartió una conferencia por otro "peso
pesado" del régimen anterior monárquico, el ex-Ministro,
defensor de golpista General Sanjurjo, Francisco Bergamín. Disertó
el día 20 de febrero de 1933. El Presidente de la Academia de Derecho
y Ciencias Sociales de Bilbao, ex Diputado a Cortes monárquicas por el
Distrito de Valmaseda y ex Vicepresidente del Congreso participó el día
13 de marzo de 1933; y una semana después, el 20, lo hacía el
miembro del Comité Central del Partido Comunista de España Vicente
Uribe. "La duodécima conferencia del ciclo sobre El pensamiento
político de la España de hoy la desarrolló el Sr. Durán
y Ventosa", de la Lliga regionalista de Cataluña, el día
11 de abril de 1933.
La disertación de María Lejárraga
fue de "amplio vuelo" y de "profundo sentido humano", según
el periodista que la reseñó en El Liberal . Y es así,
como veremos. Pero debemos añadir, además, que sobre la cátedra
del Ateneo, en que se encontraba María, aún resonaban las palabras
de la semana anterior del Rector de Salamanca, como pasaba todavía en
los medios impresos de la capital. E incluso, parece que se percibían
los ecos de conferencias aún anteriores, como la que hemos mencionado
de Ortega en el Cine de La Ópera. No quisiéramos exagerar afirmando
que la conferencia de María, fuera una respuesta a Unamuno, o en general
a los intelectuales que habían dado la espalda a la República,
pero es indudable, porque se cita, que en las ideas de las cuartillas de la
conferenciante se traslucen algunas de estas vibraciones.
La veintena de folios de la conferencia se construyen, sin duda, consciente
o inconscientemente, con metodología cartesiana y con ideología
marxista, aunque ni el francés ni el autor de "El Capital"
si citen una sola vez. Desde el propio título del discurso, Dudas del
momento, está presente "la duda" como construcción teórica
- y en la estructura de su exposición se desarrollan hasta media docena
más de dudas-, para sobre ellas elaborar los contenidos. Eso que en la
pedagogía escolar se denomina "duda metódica" cuando
se explican las doctrinas de Descartes. Y si éste es el método,
las respuestas a las dudas están orientadas por las ideas de Marx, aunque
sea desde una visión humanizada de este pensador, eso que se vino en
definir posteriormente como "un marxismo con rostro humano".
María Lejárraga parte de un supuesto: si queremos resolver los
problemas políticos actuales debemos superar del individualismo, el "me
duele España" o "me duele la República" personal
unamuniano, y reconocer el "internacionalista", al que ella confiesa
haberse inscrito desde el nacimiento. "Yo no puedo hablar del pensamiento
político de España separándole del pensamiento político
del mundo". Ni se puede defender que hoy la política sea "un
negocio exclusivo de políticos profesionales o especulación de
filósofos". Las dudas que se plantean sobre el futuro "del
género humano sobre la tierra" no son de uno, sino de todos. Y por
ello, sólo se pueden buscar respuestas por "caminos universales",
superando los particularismos.
¿Pero cuál es "el mal que en esta hora angustia a los humanos"?
Y contesta, "no ha fracasado un ideal, ni una doctrina o varias, ni una
religión, ni una filosofía: ha fracasado, ha fallado, ha quebrado
un arreglo económico". Aquí está la doctrina marxista
de la filosofía de la historia en respuesta a la duda. Las estructuras
económicas, la "bancarrota" -es la palabra que ella usa-, es
el origen del problema político en el que se mueve el mundo de hoy. En
estas fechas sólo se habla de "recursos, de monedas, de cambios,
de artificios bancarios, de cifras, sobre todo de cifras". "Se alinean,
sobre papeles con membrete oficial, columnas de números", que demuestran
que lo que se ha producido ha sido una falta de cálculo entre la suficiencia
de riquezas y la distribución de las mismas. Y por esto se ha llegado
a la quiebra del sistema. La única respuesta posible está en la
socialización de las riquezas, tal y como propone el marxismo.
Una nueva duda: ¿Es el capitalismo el culpable del hambre, de la injusta
situación del mundo actual? Y responde taxativamente, este "absurdo
trágico" no es "un crimen del capitalismo" (humanización
del marxismo). Ni en el plano personal, ni a nivel nacional el capitalismo puede
hacer nada en la marcha hacia una "economía colectivista".
Lo que buscan los capitalistas a nivel personal es "debilitar al contrario"
recortándole su salario pero sin comprender que así no se fomenta
el "mercado". "Empobrecido el trabajador, suprimido el consumo",
escribe. "El que trabaja se muere de hambre; pero el capitalista se arruina".
Y sucede lo mismo entre las naciones. "Proteccionismo, nacionalismo, barreras
aduaneras infranqueables". "Si no dejáis entrar el paño
inglés... ¿quién va a comprar los vinos y las naranjas?".
"¿Colectivismo o individualismo? ¿Internacionalismo o nacionalismo?
Esta es la gran duda del momento actual". Su resolución no parece
venir por el camino del convencimiento, ya que es muy difícil "el
altruismo intelectual", pero a pesar de ello es preciso dialogar. Es lo
que hacen todos. Esos que llaman de "ideas disolventes" se asocian,
se afilian, ... se agrupan en sindicatos. Y también se unen, ... hacen
reuniones, buscan prosélitos y procuran aunar voluntades sus "adversarios"
para defenderse, o sea, que "para defender el individualismo, los individualistas
crean comunidades". El sistema no parece lógico, reconocen la eficacia
de sus contrarios en algunos campos, y en otros los desprecian. Pero María
concluye: esto es el principio. "Toda asociación, -aunque sea una
agrupación de derechas-, por el sólo hecho de existir, hace obra
socializante, es decir, es socialista". La meta de esta socialización
es encontrar el camino para conciliar las "propias ganancias con el bienestar
de los trabajadores", y la de unos Estados con otros.
La duda penúltima que recoge la conferenciante procede de las que difunden
los poderosos. En el supuesto de que entreguemos nuestras riquezas ¿sabrán
los "hambrientos" conservarlas, administrarlas, distribuirlas?. No
lo creen. "El obrero no sirve más que para obrero, para rueda de
máquina".
Y la última duda. ¿Esta situación tiene algún remedio?
No, si seguimos por la senda del egoísmo. Sí, si gozamos del altruismo.
La cooperación es el remedio, porque así nos liberaremos de la
preocupación económica. Y es necesario convencer a los dos grupos
que protestan de esta línea de solución. A los poetas, que por
estética repudian la uniformidad, porque así naufraga la belleza;
y a los individualistas, que en defensa del Yo y de la libertad, consideran
que el colectivismo nos convierte a todos en rebaño. Y de estos últimos,
debemos convencer especialmente a los "forzados de las clases medias"
que no hacen otra cosa que vivir trabajando. Si todos cooperáramos disfrutaríamos
más del ocio.
La solución racional, pues, está en el colectivismo. Pero si esto
falla, o sea, si la Humanidad no llega a la solución pacífica
de la comprensión de los verdaderos intereses, sólo queda la respuesta
bélica, venga, o de "la turbia tragedia de una revolución",
o de "el cataclismo de la guerra". Y se pregunta: "¿Y
España? ¿La España de ahora mismo? ¿Escapará
del desastre?... ¿Tendrá el valor de dar al mundo entero la primera
lección de buen sentido? ¿Encontrará tal vez, ... una solución
original de su propio problema, que pueda enarbolar proclamando "urbi et
orbi": ¡Esto es así! ?".
Todos nosotros, hoy, desde la memoria histórica, conocemos cual fue la
respuesta a estas dudas planteadas por María desde la cátedra
del Ateneo de Madrid la tarde-noche del 5 de diciembre de 1932. Tal vez sobren
los comentarios, aunque nosotros también lo dudamos como lo hacía
María hace tanto tiempo ya.
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